¿Y SI LO TÓXICO ES TU TRABAJO?


La palabra "tóxica" se ha instalado en nuestro léxico de una manera que en otro momento era impensable. Alejada de las etiquetas que llevaban una calavera con dos tibias cruzadas y que prevenían de sustancias mortíferas, la susodicha palabra se ha acomodado en nuestra cotidianidad para hacer referencia a las relaciones interpersonales, en especial, a las de pareja.

Basta con hacer un pequeño recorrido por internet para darnos cuenta que sobran los artículos, frases, chistes, memes y demás expresiones que hablan de la toxicidad en las relaciones ¿Pero debería aplicarse sólo a las relaciones personales o de pareja? Parece que no, porque hasta con la comida se habla de "relaciones" tóxicas...

Siendo esto así, el asunto también puede extenderse al ámbito laboral o profesional. Finalmente quienes trabajan dedican una tercera parte del día a "ganarse el pan con el sudor de su frente" y deben lidiar con clientes, compañeros, proveedores y... ¡Jefes!

Este no es un asunto nuevo, pero si empezamos a ser conscientes de nuestra realidad, de aquellas cosas que consideramos "normales" tal vez empecemos a transformar nuestra reacciones, comprender las causas de nuestro mal humor-estrés,  o tomemos finalmente una decisión que hemos postergado por mucho tiempo.


Por supuesto presento solo algunas características y bien podrían ser más (¿muchas más?), así que bienvenidos los aportes. ¡Empecemos!:

  • ¿Qué es lo que hacemos aquí?: Esa es la pregunta que surge con empresas que improvisan constantemente o que lanzan proyectos para después cambiarlos por otros a mitad de camino. Son capaces de invertir horas de capacitación en procesos que al final no son aplicables o en productos/servicios que jamás llegan a comercializarse. Resultado: Personas inconformes, cansadas y llenas de incertidumbres.
  • No tener un rol definido: En cierta ocasión le pregunté a una amiga sobre su nuevo trabajo, en el que llevaba no más de seis meses. Lo que me respondió bien puede ilustrar este punto: "Pues bien. Al principio estuve ayudando en gerencia, como asistente. Luego me pasaron a contabilidad. De allí estuve en archivo y ahora estoy con atención al cliente. Al parecer ahí voy a quedar, pero no es seguro..." Tal vez este asunto se pueda tomar por su lado amable y no prestarle atención, pero otras personas pueden sentir que estorban o que no son tenidas en cuenta con seriedad.
  • Reunitis: Esta inflamación de las reuniones suele ir acompañada de una hinchazón en los informes, también conocida como "informitis aguda". El exceso de reuniones, que suelen ir de la mano con pedidos de informes, cifras, conclusiones y gráficos, pueden ser una fuente de estrés... ¡ Y hasta de doble estrés!. Por una parte, la idea de preparar informes a la altura de los directivos para analizar múltiples variables, no solo puede ser agobiante, sino que genera angustia por el tiempo invertido. Lo cual provoca el otro estrés: El del trabajo acumulado por estar haciendo informes.
  • Teléfono roto: Hay un juego de infancia en el que niños y niñas se sientan juntitos mientras en un extremo de la hilera una persona le dice un secreto al primer niño y este debe transmitirlo al siguiente... y así hasta el último de la hilera, quien casi siempre termina diciendo una incoherencia que en nada se asemeja al mensaje original. Ahora imaginen esto en una empresa... ¡Bienvenido el conflicto y el estrés!
  • Motivación manipuladora: Ante la inconformidad de las personas o las propuestas de cambio, los directivos terminan por "poner entre ojos" a los inconformes, o los tratan de manera soterrada como unos "desagradecidos". Otros en cambio lanzan recriminaciones en forma de motivación: "Agradezcan que tienen empleo", "Afuera muchos desean sus puestos y están dispuestos a trabajar por mucho menos", "Hay que estar comprometidos sin esperar nada a cambio"... En fin, todo un estímulo para esperar con ansias el lunes.   
  • Reyes, principados y ducados: El respeto es parte fundamental de toda relación, en especial laboral. El conocimiento, trayectoria e influencia, suelen reconocerse por parte de los equipos de trabajo. ¿Pero qué pasa cuando los directivos o mandos medios se comportan como si fueran los representantes de la Realeza? Las humillaciones e injusticias estarán a la orden del día, despertando entre las personas inconformidad y grandes frustraciones. Nada sano la verdad.

Por supuesto la lista es más extensa, y quedan por fuera los conflictos entre compañeros, jefes, o condiciones laborales precarias... Lo importante es reconocer que esto no tiene por qué ser normal. En ocasiones, los empleados visibilizan estas situaciones y las organizaciones pueden encontrar una buena oportunidad de mejora. En otras, lo que se recibe a cambio es una dura recriminación...


También es cierto que las pocas oportunidades de trabajo existentes nos obligan a "soportar" ciertas situaciones con tal de no perder una fuente de ingresos (o pagar deudas). Pero también hay que poner en balanza nuestra capacidad de resistencia y nuestra salud (física, mental, emocional) para así poder decidir con sensatez qué es lo más importante para nuestras vidas. 


¡Gracias por leer!

feliz día, feliz noche, feliz momento


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Comentarios

  1. A esa lista podemos sumarle la presión laboral por cumplimiento de metas, que por cierto, eleva los niveles de estrés y a su vez vemos personas cada vez más enfermas física y mentalmente.

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