Tranquilos y confiados

Anoche mi amiga, mientras decíamos adiós; de repente comentó: "¿Cierto que el amor es una mier..?" sin alcanzar a responder, prosiguió con su justificación: "Es que siempre se termina mal... no conozco personas que después del tiempo se sigan queriendo... o que nunca hayan sufrido o jamás peleado". Mientras le decía que a pesar de eso siempre lo estaremos intentando, concluyó diciendo: "Pero siempre termina mal...". Así, con estas últimas palabras, terminamos de hablar al respecto. Tal vez sus pensamientos tenían un dejo a resignación, como cuando no puedes evitar una situación que sabes no te convendrá y sin embargo allí llegas.


Más allá de concluir que no deberíamos siquiera intentar visitar los parajes del amor, empecé a pensar en quienes somos cuando de relaciones se trata. En como nos comportamos. Por que a la final todos tenemos nuestra parte de responsabilidad de los éxitos y fracasos en estas lides.

¿Daremos lo mejor de nosotros mismos? es decir, en nuestras relaciones  ¿estaremos dando lo mejor de cada uno?. Pensando en ello, creo que aveces nos relajamos, confiamos, nos quedamos quietos, o peor, dormidos. Es como si llegáramos a una "zona segura". No es tanto como confiar en que la otra persona nos ama y estamos seguros de ella; que por cierto no es muy recomendable que digamos, podemos tener confianza en la pareja pero diferente es ser confiados. Cuando nos sentimos seguros de la otra persona, en cierta forma perdemos interés, creemos que no cambiarán los sentimientos hacia nosotros. En ese instante podemos empezar a cambiar, olvidar los detalles... en resumen, dejamos de preocuparnos por ser atractivos para el otro. Y menciono esta parte, por que conozco personas que no se "arreglan" para sus parejas. "¿Como para que?" suelen decir.

Retomando el tema de zona segura, vale la pena decir que somos seres de costumbres, fácilmente rutinarios.      Nos acostumbramos a querer de una manera, compartimos las mismas cosas, los mismos espacios. Llega un momento, muchas veces de forma inconsciente, en el que damos por sentado que esa es la única forma de hacer las cosas con la pareja. De igual forma, vamos reforzando comportamientos poco sanos olvidando nuestras individualidades. Por ejemplo, los celos pueden ser buenos, manifiestan interés por la otra persona, pero si empezamos a darle énfasis a estos, llegaremos a ser intolerables, dominantes, inseguros convirtiéndolos en la parte mas importante de nuestra relación, mientras que cada quien se comporta de una manera tal que no moleste al otro. 

Lo anterior aplica a muchas situaciones, como cuando solo hacemos lo que el otro quiere, o compartimos todo el tiempo juntos, o dejamos en el otro la iniciativa, etc y etc. Al principio, aceptamos todas estas cosas y nos sentimos cómodos con ellas, pero llega un instante en el que alguno de los dos se cansa de ellas, sin embargo estamos tan inmersos en las mismas que no se manifiesta el hastío por temor de herir al otro, continuando con ellas sin saber muy bien por que no se quieren más. 

¿Como es posible que aquello que nos daba felicidad hoy no nos interese más?. Tal vez sea la rutina, pero me inclino a pensar también en la pérdida de individualidad. Cuando estamos solos, somos de una forma, apreciamos nuestros espacios. En las relaciones, cedemos a estos ámbitos con la promesa de ser feliz con alguien más. Pero la felicidad siempre surge de nuestro interior. Buscar la felicidad en los demás es recorrer innecesariamente un camino de espinas.

Jamás olvidemos nuestra individualidad ni mucho menos la de los demás. Si la persona que amamos no es la misma de antes, o nosotros hemos cambiado (negativamente claro está). Es bueno hacer una pausa, de seguro en algo hemos caído: rutinas, silencios, temas sin resolver, distanciamientos. Lo difícil es poner el tema sobre la mesa, pero si en verdad estamos interesados hallaremos la forma. Lo importante es ser sinceros, dejando a un lado los temores. Pero para esto debemos estar atentos, reflexionar, no seguir caminando por caminar como dirían las mamás. Muchas veces nos relajamos, creemos que estamos bien, que todo marcha a pedir de boca, y descuidamos lo más importante en las relaciones: Las personas que hacen parte de ella. Aveces vale la pena ponernos en la situación del otro, intercambiar zapatos a ver como nos calzan y repensar lo que damos por seguro...

    

Comentarios

  1. Eso es cierto... hace parte de nuestra complejidad. Vale la pena hablar de ello, gracias.

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