UN PEQUEÑO SÍNDROME DE LUNES

Hace tiempo no pasaba por el blog a pesar de que tenía ganas de plasmar algunas ideas acerca de algunos asuntos cotidianos. Pero estos días han resultado estar cargados de bastante trabajo y compromisos que parecen competir por ser más importantes que otras cosas menos... "productivas" ¿Será que el trabajo se puede convertir en una relación tóxica?

Ah no, pero de eso no quería hablar. Claro que el tema bien podría ser interesante...

Lo cierto es que en una de estas semanas tuve el "síndrome del lunes"* (Me encanta la facilidad con la que creamos síndromes), es decir; esa sensación de zozobra o ansiedad por el domingo que termina y el lunes que asoma amenazante, con sus filosos dientes de cuestiones por cumplir y sus garras prestas a asfixiar nuestro tiempo...

Dramático o no, la verdad es que no dormí muy bien esa noche de solo pensar en todo lo que debía hacer. Estaba preocupado de que no me alcanzara el tiempo, de que se me olvidaran detalles importantes, de que al contactarme con cierta persona me faltara algún papel de la documentación, de que... En fin, era una preocupación que pretendía abarcarlo todo.


Con esas ideas bailando sobre mi mente decidí hacer lo más inteligente en ese momento: Emplear mi tiempo de descanso para seguir preocupándome. ¿En realidad esa fue mi decisión o es que era inevitable preocuparme? ¿Cuántas veces hemos escuchado que debemos dejar de preocuparnos tanto? Hasta resulta que hay un estudio, porque se pusieron a estudiar esto, que concluyó que del 100% de nuestras preocupaciones, menos del 10% ocurren realmente.**  

Tal vez no podamos dejar de preocuparnos, pero sí podríamos concentrarnos en otras cuestiones más prácticas: Ver una película, leer algo, tejer, caminar, jugar, escribir, cocinar... Pero bien sabemos que socialmente y hasta para nuestra autoimagen de personas "serias, maduras y responsables", posar de despreocupados no siempre resulta muy bien visto. ¿Será que el descanso o la salud mental no son tan valiosos como parecen?

En mi caso, esa noche casi no pude dormir. Cuando lograba conciliar el sueño, me despertaba una nueva incertidumbre. Y así, entre preocupaciones y vueltas en la cama (¿Moverse ayuda a dormir?), por fin despuntó  el día y el comienzo del tan temido lunes que al final resultó ser mejor de lo que esperaba.


Al caer de nuevo en la noche, me sentí agradecido por todas las circunstancias que terminaron siendo favorables. También reflexioné sobre la noche anterior cargada de estrés y preocupaciones. Fue como si en todo el día estuviera calzando zapatos pequeños y al llegar a casa estuviera disfrutando el alivio de habérmelos quitado. Admito que pensé varias veces en esa sensación de logro, y mientras la disfrutaba una y otra vez, me surgió una inquietud: ¿Acaso estoy disfrutando el alivio de un sufrimiento que yo mismo me  infligí?

En ese momento recordé una historia:

Cuentan que dos pasajeros, una mujer y un hombre; compartían por casualidad un camarote por cuenta de un largo viaje en tren. Cuando uno de los dos se encontraba conciliando el sueño, la mujer, quien dormía arriba de la litera, empezó a quejarse de una terrible sed. Sus quejidos y murmuraciones desesperaron al señor que sin más opción se ofreció a traerle un vaso de agua. Al final, la dama pudo calmar su sed y agradeció sinceramente la gentileza del caballero. Él, muy complacido por su obra, se dispuso por fin a disfrutar de un merecido descanso. Pero en el instante último en que su mente empezaba a visitar parajes oníricos, una nueva murmuración lo sacó de su placentero trance:

"¡Oh Dios, qué sed tenía Señor! ¡Pero qué sed tenía Señor!...¡Qué sed...!"

Como no he querido repetir una noche como aquellas, ahora procuro ser más consciente de mis pensamientos, anotar en una lista si veo que mi mente empieza a correr demasiado a prisa, a realizar otras actividades y a tomar las cosas con una sensata calma. No sea que sin querer me esté empezando a gustar "estresarme" inútilmente.

¿Y ustedes tienen alguna técnica para controlar sus preocupaciones?

¡Gracias por leer!

feliz día, feliz noche, feliz momento


Si quieres opinar o compartir una historia, también puedes enviar un correo a respirandoazules@gmail.com 


Enlaces de interés:

Que es el síndrome de Lunes

**casi todo lo que nos preocupa no pasa


Comentarios