¿ME ATRAES TÚ, O LA IDEA QUE TENGO DE TI?


 "Una brillante apariencia es la seducción más peligrosa. Por eso, cuanto mayor apego tienes por una cosa que te parece buena, tanto más grande luego es tu desilusión." 

-Marco Aurelio. 

Hace pocos días, una amiga me estaba hablando acerca de lo mucho que disfrutaba de estar sola, de tener espacios para ella misma. Aunque me confesaba que no todas las personas lo tomaban bien. En su reflexión, aceptaba que en las relaciones, por ejemplo, se “debe” ceder para que las cosas funcionen, pero no podía aceptar del todo esa idea. En ese momento me decía:

“Me parece muy triste que la gente tenga que renunciar a su espacio personal porque de pronto la otra persona siente ese espacio como una amenaza…”

¿Será que debe ser así?

Son muchas las razones que nos llevan a sentirnos atraídos los unos a los otros como desde hace milenios nos atraemos. De hecho hay infinidad de factores como el físico, la actitud, el estatus, un talento, formas de pensar… Es más, existen hasta factores invisibles como las feromonas, o ciertos “cocteles” químicos que hacen de nuestro un cerebro un irremediable enamorado.

En medio de todo ello hay una cuestión muy precisa, y es que nos  sentimos atraídos por quien es la otra persona, o por lo menos la imagen que tenemos de ella: personalidad, ideas, sentimientos, carácter, pasiones, deseos… y por supuesto, la manera en que nos trata ¿Hay algún problema aquí? Claro que no, el conflicto suele aparecer cuando deciden sostener una relación.

Algunas personas interpretan una relación de pareja como si se tratara de un nuevo empleo. Es decir, empiezan a asumir posturas y comportamientos propios de su ideal de relación e inconscientemente esperan que la otra persona se amolde a este ideal. ¿Y si la pareja también tiene uno? Bueno, pues aquí es donde comienza el choque de dos mundos…

Resulta que cada uno tiene sus propias ideas sobre cómo expresar el afecto, cómo compartir el tiempo juntos, cómo comportarse con amistades, familiares, desconocidos, cómo serán las vacaciones, las fechas especiales, la privacidad… y un largo etcétera. Y como pocos hablan de esto, cada quien va “redescubriendo” a esa persona con la que decidieron iniciar un camino, y así como en el azar, a algunos les va bien, a otros regular y a otros mal…¡O ni siquiera les va!

Es curioso, pero si nos atraemos por ser quienes somos ¿Por qué cambiamos? ¿Por qué hacemos cambiar a la otra persona? Las razones las podemos buscar en los temores, inseguridades, estereotipos de Hollywood o Disney, la sociedad, amistades, familiares y quién sabe donde más. Independiente del origen, la verdad es que necesitamos comunicarnos mejor, a la final, todos tenemos nuestros ideales y prejuicios ¿verdad?

El no ser capaces de expresarnos plena y honestamente nos lleva al conflicto, a la incoherencia, a asumir, a suponer. A decir “Eres lo más importante para mí” pero olvidar regresar una llamada perdida. Decir “confío en ti” pero crear un conflicto porque ve a su pareja hablando con alguien que no conoce… 

Nos falta honestidad, sincerarnos, pero empezando por nosotros mismos. Somos los primeros en engañarnos, en creer que tenemos nobles sentimientos e ideales. Que somos capaces de todo en procura del amor. Un golpecito de realidad, y otro de sensatez, nos ayudarán a desinflar ese globo en el que nos hemos subido y ser capaces de ver nuestro mundo en su real dimensión. Quizás esto nos ayude a relacionarnos mejor y ser sinceros con lo que queremos y no queremos.


Pero... ¿Estamos preparados para ello?

Recuerdo un amigo que empezó a salir con una amiga que conocía hace mucho. Se quejaba conmigo de que era celosa y quería que estuviera muy pendiente de ella todo el tiempo. Lo cual le agobiaba enormemente. 

Le recordé que antes de salir, ella le había dicho como era y lo que esperaba de las relaciones. A lo que me respondió: "¡Sí, lo sé, pero nunca pensé que en realidad ella fuera así!"

¿Qué opinan?

¡Gracias por leer!

feliz día, feliz noche, feliz momento






Comentarios