PERSONAS TÓXICAS, ¿O DEPENDIENTES?

Anoche por casualidad, o quizás buscando distraerme un poco, ingresé a uno de esos “spaces” o espacios que existen en twitter, donde alguien invita a hablar de casi cualquier cosa. Allí, los participantes pueden simplemente escuchar o participar compartiendo sus opiniones sobre el asunto a tratar; como ayer, donde el tema fue “Las amistades tóxicas.”

En los minutos que estuve, pude disfrutar de algunas historias un poco perturbadoras que, en la piel de quién las vivió, bien podrían clasificarse como de terror. Manipulaciones, dramas, obsesión, sentimientos de culpa, señalamientos, estaban a la orden del día en las narraciones, es decir; una serie de comportamientos a los que hoy llamamos "Tóxicos". ¿La razón? Porque “contaminan” las relaciones y las vuelven insanas.

Detrás de esa “toxicidad” se esconde, o se agazapa, un estado mental que a todos nos ha hecho daño en algún momento de nuestra vida: La dependencia. Esto es, esa necesidad de tener un estímulo externo para sentirnos bien, plenos o completos. Ejemplo: la persona que necesita beber alguna sustancia para sentirse alegre, o aquella que necesita trabajar sin descanso para sentir que es útil o bien consigo misma, etc.


Esta “dependencia” es mucho más notoria en las relaciones interpersonales, bien sea con familiares, amigos o la pareja, y la llamamos: “dependencia afectiva”, la cual se podría entender como una necesidad del “otro”. Una situación donde la persona ha dejado su bienestar en manos de alguien más, y no en sí misma, lo cual puede terminar en una serie de comportamientos dañinos para ella, pero también para quienes la rodean; en especial a quienes más quiere.

Debo admitir que no me gusta mucho la expresión “tóxica” porque puede llegar a ser discriminatoria o peor aun, simplificadora; es decir, nos lleva a clasificar cualquier comportamiento desagradable como tóxico. Por eso, frente a la dependencia me parece interesante compartirles algunas apreciaciones:

1. Nadie busca ser dependiente: Todos tenemos una idea de autonomía, de autosuficiencia. Conscientemente buscamos la manera de valernos por nosotros mismos. Sin embargo, diversas situaciones que pueden presentarse desde temprana edad, nos llevan a buscar en factores externos las sensaciones de bienestar o plenitud que tanto anhelamos.

2. La persona dependiente también sufre: Sí, más allá de clasificar a alguien como tóxico, debemos comprender que sufre al no poder ver realizada su percepción de felicidad. Sus comportamientos, algunos compulsivos, lo que provocan es el rechazo; sobre todo de aquellas personas a quienes cree amar, lo cual termina por quebrar cada vez más su autoestima.

3. Reconocer que también somos dependientes: Nada más difícil que esto. Podemos estar tan inmersos en una dependencia que jamás nos daremos cuenta de ello. Sobre todo en un mundo donde hay tanto ruido, tantas distracciones, tantos estímulos que nos alejan de nosotros mismos, y no nos permiten espacios para la reflexión o la meditación. Todos, en alguna medida, tenemos cierta dependencia, la cuestión es cuando esta nos incapacita para relacionarnos con los demás, afecta nuestras actividades cotidianas o nos impide aceptarnos como seres valiosos.


Todo tipo de dependencia, no solo la afectiva, puede llegar a limitar nuestro crecimiento, destruye nuestra natural capacidad de vivir y sentir la plenitud de nuestra existencia. Si empezamos a ser más conscientes de esto, tal vez empecemos a ver cambios en nuestra vida. En el proceso, puede que lleguemos a necesitar ayuda, así que no dudemos en buscarla. 

Lo importante es empezar a recorrer ese camino que nos permita evolucionar, mejorar, descubrir que siendo mejores también irradiamos bienestar en nuestra vida y a quienes nos rodean…

¿Y tú, como te consideras?


¡Gracias por leer!

feliz día, feliz noche, feliz momento




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