LA CULPA SIEMPRE ES DE OTRO...

Esta semana, mientras iba de camino al apartamento, no pude evitar que un aroma a horno recién abierto obnubilara mi mente. Cerré los ojos y en menos de 10 minutos me encontraba saliendo de la panadería con un provocativo paquete. 

Mientras iba pensando profundamente en que si lo mejor para acompañar aquel tibio pan era una bebida caliente, o por el contrario una bebida fría; pude ver al otro lado de la acera a una señora con su hija de no más de 12 años intentando cruzar la calle. Por la manera en que agitaba sus brazos, pude deducir que la madre estaba regañando a su pequeña. De repente, y sin previo aviso, las dos corrieron para llegar al separador de la avenida.

Era bastante estrecho y con abundantes arbustos. La señora le dijo a la hija que cruzara primero y en ese momento un auto dobló la esquina. La niña vio al auto y cuando parecía que se quedaría quieta apresuró el paso y cruzó sin problema hacia el andén donde yo me encontraba. Al momento, la mamá también salió de entre los arbustos, el auto aun no había terminado de pasar porque había reducido la velocidad, pero cuando la señora saltó al asfalto el auto ya estaba casi sobre ella. Por fortuna, alcanzó a frenar bruscamente. La mujer sí había quedado paralizada frente al vehículo. No sabía que hacer y el cordial conductor empujó la bocina hasta el fondo, al punto de hacerle crispar cada cabello a la pobre dama.


El auto avanzó y los dos protagonistas intercambiaron un amplio repertorio de insultos. La niña estaba a unos pocos metros de mí, mirando la escena algo asustada, parecía que le iba a decir algo a su madre pero en cambio ella se le adelantó gritándole: “¡Vea lo que me hizo hacer pendeja, casi me atropellan!” Y como punto final de la oración le dio un sonoro coscorrón. La pequeña empezó a caminar a toda prisa, mientras se sobaba lastimosamente la cabeza…

En aquel momento no pude evitar pensar en lo conveniente que resulta culpar a otros por nuestros errores. Parece que al admitir una equivocación estamos perdiendo autoridad, respeto o empezara a desdibujarse nuestra imagen ante los demás. Es como si sintiéramos vergüenza y prefiriéramos señalar a otros como los causantes de nuestra situación.

Sin duda alguna vivimos demasiado preocupados por nuestra imagen. Nos desagrada mostrarnos vulnerables, torpes o imprecisos. Curiosamente, existe una famosa frase que dice: “Errar es humano”, pero al parecer nos creemos divinidades infalibles. El caso de la madre es un reflejo de nuestra falta de responsabilidad y madurez en ciertos aspectos de la vida. Sin darnos cuenta, hemos culpado a otros por nuestra situación, por tomar malas decisiones, o incluso, por como nos vemos a nosotros mismos... Al final, terminamos utilizando ciertas frases que esconden esa intención de culpar a los demás, y por supuesto aquí he traído unas pocas... ¿Será que han escuchado alguna?

  • “Si tuviera la suerte de María…”
  • “No quise hacerlo, me hiciste enojar”
  • “Es que mis padres nunca…”
  • “El amor lo vuelve a uno ciego…”
  • “Mi jefe arruinó mi día…”
  • “Si no hubiera sido por el árbitro…”

Tal vez se les ocurran muchas más, pero lo cierto es que resulta muy difícil aceptar nuestros propios errores ¿Y saben qué es más difícil aún? asumir nuestra responsabilidad.

Por eso, cuando la situación es crítica, muchos prefieren señalar, insinuar, culpar antes de verse en una penosa situación ante los demás o sus superiores. Existen casos donde incluso se llega a descargar toda la frustración en las personas más cercanas, y todo porque hay quienes prefieren un conflicto antes que admitir su propia vulnerabilidad... 

¿Qué opinan? ¿No somos así? ¿O tal vez no somos conscientes de ello?


¡Gracias por leer!

feliz día, feliz noche, feliz momento

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