UNA AYUDA DE PESADILLA...

Imaginen por un momento que se encuentran viendo la Tv, no tienen trabajo y reciben una llamada de alguien conocido (amiga de la amiga de un familiar para ser más imprecisos) que vive en otro país. Después de la cordialidad y el saludo respectivo, les proponen que viajen a ese país, con gastos pagos, alimentación y comida. Todo esto porque esa persona necesita ayuda para cuidar a su señor padre que se encuentra en delicado estado de salud. 

La razón para pedir ayuda es que dado el ritmo de trabajo y las ocupaciones propias de la gran ciudad se han quedado sin tiempo para estar pendientes del familiar. Por supuesto que, por los cuidados, les reconocerán unos 40 dólares a la semana y podrán hospedarse en la casa ¿Les suena un poco la propuesta? Además, podrían conocer un nuevo lugar... 

Ahora imaginen que llegan a su destino, pero resulta que el señor del que toca estar "pendiente", ni siquiera puede bañarse solo, no controla los esfínteres y se le deben suministrar medicamentos con cierta rigurosidad. Además de tener que aprender a cambiar pañales a un adulto, la habitación que les prometieron en realidad queda en el cuarto de la lavadora. Como lindo gesto final, les exigen que se encarguen del aseo y limpieza de la casa, como contraprestación por "la dormida y la comida..."

¿Qué tal?

Esta fue la historia que narró Adelaida Vengoechea* en su cuenta de Twitter hace pocos días. El caso que les invité a imaginar, en realidad le pasó a una colombiana, mayor de edad, que voluntariosamente fue a ayudar a unas personas, pero terminó convirtiéndose en una especie de "enfermera-Empleada doméstica."

Adelaida contaba que ella encontró a la señora en un aeropuerto de Estados Unidos, sola, tratando de que alguien la orientara para poder regresar a su país y sin hablar bien inglés. La historia de esta abuelita la indignó profundamente, por eso la narró y no podía creer que pasara este tipo de cosas entre coterráneos... Qué digo coterráneos: ¡Vecinos! pues antes vivían en el mismo barrio...

Esta indignante historia da para reflexionar sobre muchas cosas: La falta de empatía en nuestros días, el abuso hacia las personas mayores, la relación entre bienestar económico y ser un cretino, entre otros más. Pero hubo un aspecto del relato que me llamó la atención: "La señora había escuchado que los colombianos en Estados Unidos eran así..." 

Por supuesto no se puede generalizar, pero la adulta mayor sí que se llevó esa idea de regreso a su tranquilo barrio. La pregunta que me surgió fue: ¿Hay algo en nuestra idiosincrasia que nos puede llevar a esta clase de comportamiento despótico? Quizás... pero exploremos algunas posibles ideas que están presentes en nuestra cotidianidad:

EL TRABAJO ES UN FAVOR: Quienes han tenido la frustrante oportunidad de trabajar bajo el mando de una persona carente de liderazgo y de compromiso con su talento humano, habrán escuchado alguna de estas expresiones: "Al que no le guste, se puede marchar. Afuera hay muchas personas que desearían su puesto y pagándoles mucho menos." o "Agradezcan que tienen un trabajo y no se quejen tanto." o "Necesito que ahora te encargues del trabajo que hacía "X" total, a ti te queda mucho tiempo." 

Esta actitud no es nada más ni nada menos que abuso. Así de simple. El trabajo es un esfuerzo mental y físico que alguien realiza bajo ciertas condiciones y remuneraciones acordadas. Eso no es un favor, ni una obra de caridad que se está haciendo. Por otra parte... ¿Quién dijo que ser agradecido es aceptar el abuso? En cambio éstas personas sí que se quejan porque el mercado no les reconoce un pago justo por sus productos y servicios, pero no se avergüenzan en lo más mínimo al tratar de hacer trabajar más a las personas por menos paga. 

Lamentablemente esta es una visión miope que tenemos muchos. A la final, "esa piedrita que hoy pateamos, mañana nos puede hacer tropezar." ¿Cómo pretender que nos reconozcan un pago justo, cuando nosotros mismos no lo reconocemos? eso se vuelve una especie de cadena que termina afectándonos a todos.

EL DINERO LO HACE TODO: Hay una frase, que parece ser de Voltaire, que dice: "Quien cree que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero." En el caso de la persona que "contrató" a la señora de nuestra historia, probablemente consideró que por haber un pago de por medio podía exigir cuanta cosa se le ocurriera. Y si algo debemos tener claro es que el dinero no legitima el abuso. 

Volviendo a la frase, el hecho de que seamos capaces de hacer cualquier cosa por dinero no quiere decir que los demás tengan esa prioridad. Es como si el hecho de haber soportado toda clase de cargas por una remuneración, nos diera el derecho de sobrecargar a los demás. Eso es una visión muy egocéntrica de la vida: "Si yo lo soporté, otro lo debe soportar" La diferencia radica en quién está tomando la decisión. 

AUTOCOMPLACENCIA: Pensemos un momento en la persona que abusó de la "abuelita" (como dice Adelaida) ¿Qué creen que pasaría si supiera que a su señora madre le están haciendo padecer esta clase de trabajos y humillaciones? Probablemente se rasgará las vestiduras y clamará justicia divina ante tanta maldad... 


Eso es la autocomplacencia, tener un concepto tan elevado de nosotros mismos distorsiona la realidad, al punto que los defectos más detestables de nuestra personalidad los vemos como simples cuestiones por mejorar. Cuando somos autocomplacientes en realidad estamos adormeciendo nuestra conciencia, como si el ego fuera una droga que nos deja en un estado de estulticia tal, que no somos capaces de diferenciar lo bueno de lo malo en nuestro comportamiento.

Sé que pueden surgir más ideas, pero la invitación con esta historia es que, más que señalar la clara injusticia cometida, seamos conscientes de quienes somos. Reflexionemos sobre nuestras prioridades y reconozcamos que la falta de empatía puede estar a la vuelta de la esquina, esperándonos, para sacar lo peor de cada uno de nosotros...

Pd: ¿Creen que existan otras causas? ¿Cuáles podrían ser?


 feliz día, feliz noche, feliz momento

¡Gracias por leer!


  Nota: *Este es el enlace de la cuenta de Adelaida donde cuenta su historia Hilo de Adelaida











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