NO DEJEMOS QUE LOS DEMÁS NOS AFECTEN...

En estos días alguien comentaba que le encantaba el programa de televisión "Master Chef" pero que estaba esperando con ansias que dejaran de invitar a las denominadas "celebridades" ¿Y cuál era la razón de su comentario? Le molestaban las antipatías que se despertaban entre los participantes. Aseguraba que no había capítulo donde no se presentaran críticas o comentarios sarcásticos entre unos y otros. Su observación final fue que prefería en Master Chef a gente "normal" pues estaban más concentrados en cocinar que en crear tensiones innecesarias.

Cierto o no, la verdad es que entre los grupos humanos suelen surgir conflictos alimentados muchas veces por la imaginación. Hace pocos días una persona me comentaba lo incómodo que le estaba resultando el ambiente laboral por cuenta de los comportamientos antipáticos de ciertas personas en el trabajo. Por supuesto lo primero que uno pensaría sería: "Vamos, no les prestes atención." pero cuando la situación es repetitiva la paciencia empieza a colmarse y eso de "dejarles de prestar atención" se hace más difícil (sobre todo si tienen un cargo superior).

Creo que muchos de nosotros nos hemos enfrentado alguna vez a situaciones similares. Así que la pregunta obligada sería ¿Qué podemos hacer aparte de buscar otros horizontes laborales?

Y la respuesta, por supuesto, la encontramos en nuestro interior...

Contamos por lo menos con tres condiciones que nos permiten afrontar diferentes vicisitudes de nuestra vida, y que para el caso que nos ocupa, bien pueden sernos de utilidad. Estas son:

  • Aceptación
  • Compasión
  • Ecuanimidad   

Aceptación: Como las caras de una moneda, debemos entenderla en sus dos lados. El primero: Aceptar que la situación está pasando, está ocurriendo, es lo que hay y punto. Si bien esto no resta importancia a los hechos, si nos libera del conflicto interno que surge al negarnos a aceptar las cosas (¡Pero atención! no es lo mismo aceptar un hecho que aceptar que es correcto. No nos confundamos). Al final nos daremos cuenta que no podemos cambiar a la gente y que solo tenemos control sobre nosotros mismos.

El segundo lado de la aceptación: Reconocer nuestros sentimientos: enojo, indignación, frustración... No los neguemos por más "profesionales" que seamos. Hacerlo nos trae doble beneficio: Por una parte, no estamos conteniendo absurdamente nuestros sentimientos ¿somos humanos no? Y por el otro, no caemos en reacciones agresivas o dañinas de las cuales nos podríamos arrepentir después. Esto sucede porque reconocemos que no controlamos lo que sentimos, pero sí nuestras acciones. Aprender a ser dueños de "nosotros mismos" se convierte es una poderosa fuerza que desconcierta a los demás.  

Compasión: Como la luna, la compasión tiene dos rostros. El primero nos refleja a nosotros mismos. Es decir, somos capaces de vernos y aceptar lo que sentimos, sin recriminaciones ni señalamientos por ser supuestamente débiles ante las circunstancias. Aceptar nuestra vulnerabilidad requiere autocompasión, no hacerlo puede derivar en pensamientos autodestructivos. 

El segundo rostro de la compasión nos permite ver al otro, a quien nos hiere. Nos permite reconocer que quien lastima tiene carencias. Reconocer que quien hiere sufre por un corazón inseguro y una mente llena de miedos. La agresión, si se piensa un poco, refleja temores, necesidades de autoafirmación e inseguridades. Nuestro corazón debe aprender a compadecer a estas personas que sufren. No se trata de sentir pesar o lástima, eso es soberbio. Se trata de despertar la compasión hacia otra persona que de seguro es infeliz.


Ecuanimidad:
Entendida esta como cierta capacidad de equilibrio y estabilidad. En este punto se trata de "poner las cosas en sus justas proporciones". Hay cuestiones con las que es difícil ser tolerantes: Agresiones, terribles injusticias, abusos... Del resto, pensemos en las justas medidas.

El hecho de que hablen de nosotros ¿Qué es, en sí, que es? Poco o nada. Que alguien quiera indisponernos o molestarnos, no tiene poder alguno sobre nosotros. A menos, por supuesto, que lo permitamos. Si miramos estos actos como si se tratara de una vieja película muda a blanco y negro... ¿Cómo la veríamos? ¿Acaso esos intentos por molestarnos afectan nuestra esencia, quienes somos realmente? De seguro que no. Somos más fuertes de lo que creemos, y somos nosotros quienes permitimos que las hormigas suban por nuestros tobillos...


 feliz día, feliz noche, feliz momento

¡Gracias por leer!



Comentarios

Publicar un comentario