EL TEMOR PUDE SER MÁS GRANDE QUE LAS GANAS DE TRIUNFAR

El fin de semana anterior, un equipo de mujeres nos regaló una de esas alegrías que solo el deporte es capaz de dar. Estoy hablando de la selección de voleibol femenino que por primera vez clasificó a Colombia para un mundial en esta disciplina. Además de este hecho, que en sí se catalogó como histórico, la gesta estuvo caracterizada por las dificultades, reveses, tropiezos, aciertos, pero, sobre todo, por la entrega de las deportistas. En síntesis, fue una hazaña, y se alcanzó después de superar a dos potencias suramericanas: Argentina y Brasil.

En medio de las emociones propias de alguien que ve a sus compatriotas representar un gran papel, hubo un momento que no pude pasar desapercibido. Fue precisamente en la noche del sábado, cuando enfrentaban a la excelente selección de Argentina. En uno de esos parajes en donde el marcador estaba reñido, las colombianas empezaron a cometer muchos errores y se les notaba dudosas. Fue allí donde el técnico Antonio Rizola pidió tiempo y les dijo con vehemencia estas palabras:

“El miedo que tienen de cometer errores está siendo más grande que sus ganas de triunfar.”

La verdad es que no fueron simples palabras. La frase tenía un poderoso mensaje que a todos nos puede transportar a algún momento importante de nuestras vidas. 

En mi caso particular, me llevó a cuestionar ciertos momentos cruciales en donde los temores no me permitieron avanzar o aventurarme a recorrer caminos desconocidos. Supongo que los ejemplos pueden salir por montones, casos donde las oportunidades se diluyeron ante nuestros ojos, o quizás una indecisión nos dejó un sinsabor por no poder conocer ya un camino diferente en nuestras vidas.

Al final, las jugadoras lograron superar la adversidad y alzarse con el impensable triunfo. Por supuesto el equipo no ganó gracias a estas palabras, pero la frase fue tan contundente que al parecer sacó a las jugadoras de su bloquero mental y pudieron seguir adelante. Es decir, nadie podría dudar de su capacidad técnica, físico y concentración. Ellas estaban muy bien preparadas. Pero una seguidilla de errores y desaciertos, les estaba horadando la confianza.    


Ante esta situación, cada una empezó a estar más preocupada por no cometer errores que decidirse por un triunfo. Y de esto se dio cuenta el entrenador brasilero y por eso pidió tiempo para hablar con ellas. Alguien podría decir que no cometer errores es necesario para ganar, lo cual en cierta manera es cierto. Sin embargo, no basta con hacer las cosas bien, también es necesario arriesgarse de vez en cuando para lograr lo que se quiere.

En este punto pueden surgir muchas ideas, así que propongo una pausa para considerar tres aspectos en el triunfo de estas extraordinarias deportistas: Preparación, Mente y Voluntad.

Quienes han tenido la oportunidad de participar en charlas de motivación, o visto videos o leído sobre superación personal, podrán encontrar que en la mayoría de casos se hace un gran énfasis en preparar nuestra mente para el triunfo. Enseñan algunas palabras “claves” y nos transmiten un preciso ánimo para creer en todo lo que podemos lograr. Si bien estos mensajes pueden ser valiosos, pocos hablan de la cuota de trabajo, tiempo y sacrificio que muchas veces se requiere.

Esta es la razón de que en ocasiones la actitud positiva y el entusiasmo desaparezcan como globo que alcanza la estratosfera. ¿Por qué? Porque los resultados no llegan prontamente, o en el tiempo que deseamos. Con los días, las rutinas, preocupaciones y compromisos, terminan por adormecer cualquier resto de entusiasmo y el proyecto aquel queda instalado en la repisa de los “ojalá lo hubiera intentado.”


Hoy vemos el triunfo de unas colombianas que brillaron en Santander, pero pocos podrán dimensionar las dificultades, frustraciones, limitaciones y decepciones que debieron atravesar. La constancia, disciplina y orientación de una persona con experiencia, hicieron posible abrazar una alegría deportiva. En todo caso, el triunfo siempre será la punta del iceberg, y el sacrificio; aquello que no vemos por estar bajo el agua.

Las lecciones para nuestras vidas de seguro son muchas, así que mencionaré algunas: 

Alcanzar una meta requiere preparación, disciplina y constancia.

Las oportunidades existen, pero nos deben encontrar preparados

No basta con pensarlo, hay que quererlo. Mover la voluntad hacia nuestro objetivo.

Nuestra mente puede ser nuestra aliada o nuestro principal obstáculo. 

Respetemos la experiencia que otros nos pueden aportar.


  ¿Cuál lección agregarían? 



 feliz día, feliz noche, feliz momento

¡Gracias por leer!

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