El Pasado y el Futuro también son un presente

 “Una vez hayas probado el vuelo siempre caminarás por la Tierra con la vista mirando al cielo, porque ya has estado allí y allí deseas volver”, Leonardo da Vinci.

Si bien es cierto que en diferentes hemisferios las medidas sanitarias que restringen la movilidad se han flexibilizado, pareciera como si nuestra percepción de realidad se encontrara todavía en confinamiento. Intentamos retomar las rutinas que en alguna medida daban sentido a nuestras vidas pero con el sinsabor del amnésico que siente que ha perdido algo pero aun no comprende exactamente qué.

Y es que hasta hace poco teníamos un estilo de vida en el cual no pensábamos demasiado en enemigos invisibles ni contagios. En breve tiempo nos hemos visto obligados a comprender la importancia de ser más salubres y de respetar nuevas normas de comportamiento, a la espera de una cura salvadora que permita pasar esta dolorosa página. Mientras tanto, repetimos como mantra las palabras que los medios nos han vendido como verdad: "reinventarse y nueva normalidad."

Pero la mayoría de nosotros no está pensando en "reinventos" o "nuevas normalidades", sino que hemos adoptado la actitud del empleado temporal: La de alguien que trabaja, cumple los reglamentos, hace lo que debe hacer, pero en realidad está pensando en otro trabajo. Es decir, tratamos de retomar nuestras rutinas con todos los protocolos mientras esperamos que termine toda esta situación y así poder salir a un café, cumplir plenamente con los compromisos, retomar los proyectos, hacer planes, disfrutar de las aficiones y en general, regresar a nuestro antiguo ritmo de vida.

Sin embargo, nos encontramos como una biblioteca a la cual se le extraviaron libros: Con vacíos y sin poder acomodarnos nuevamente. ¿La razón? la incertidumbre. Si bien tenemos confianza en que las cosas pasarán, en el fondo tememos no regresar a ese modo de vida añorado mientras cada día debemos seguir haciendo sacrificios. ¿Todo pasará? ¿Todo seguirá igual? La respuesta la tiene el Tiempo, ese inmutable patriarca que guarda el conocimiento de nuestro porvenir. 

Sin querer, nuestra mente se balancea entre un pasado anhelado y la incertidumbre de un futuro incierto. Una situación que nos puede llenar de desazón y agobiante angustia.

Es aquí donde la sabiduría popular hace su aparición y nos recuerda, sobre todo en estos tiempos, la importancia de vivir el presente, de disfrutar el momento, de ser conscientes de cada minuto de nuestra existencia.  Ha sido tal la manía con esta abstracción del tiempo, que en diferentes espacios se repiten las palabras de Oogway, el gran maestro de la película Kung Fu Panda: "...el hoy es un regalo y por eso lo llamamos presente."* Es decir que lo único valioso parece ser el ahora, un ahora que se escapa entre los dedos como fina arena hecha de diminutos segundos.

Pero las personas no comprendemos la existencia como si fuésemos aves sin más horizonte que el hoy. Por supuesto debemos aprender a disfrutar el día a día y las pequeñas cosas que nos regala la vida, pero el pasado y el futuro son también un presente: El pasado es el inventario de experiencias y emociones que soportan nuestros pensamientos y personalidad, el futuro es la aspiración, los sueños, anhelos y deseos que transforman realidades. Es por eso que debemos evitar darle un carácter negativo a estos conceptos. De seguir así, una añoranza o una remembranza será calificada como una característica propia de personas anticuadas, o que se quedan en el pasado, y lo pasado es historia, viejo, no-moderno, desactualizado. O tal vez la mirada puesta en el porvenir sea calificada como propia de idealistas, soñadores y poco realistas. Unas ideas absurdas que pueden hacer cambiar la manera de aceptar nuestros sentimientos y los de los demás. ¿De qué sirven entonces los recuerdos y buenos momentos si no se pueden recordar? ¿Qué sería de la humanidad si no planeara su futuro o dejara de aspirar un cambio? 

Dejemos de desestimar esas otras abstracciones del tiempo llamadas Pasado y Futuro. Nuestra mente puede ser una poderosa aliada o el más acérrimo enemigo. Es por eso que debemos aceptar esos ires y venires de nuestro pensamiento, pues tienen en sí la semilla de la reflexión, la sabiduría y el cambio; pero sin olvidar que si nos quedamos abstraídos en el pasado o en el futuro ignorando nuestro presente podría jugarnos una mala pasada a nuestra salud mental.

Como diría el polifacético Leonardo Da Vinci, cuando probamos el vuelo caminaremos sobre la tierra mirando siempre al cielo, así que añorar esa vida que tuvimos, con sus aspectos negativos y positivos, no puede ser motivo de conflicto en nuestro interior. Es parte de nuestra naturaleza humana buscar la estabilidad, cambiar el entorno, superar las dificultades. Esos sentimientos debemos recibirlos sin temor, recordar el pasado y pensar en el futuro, nos puede ayudar a comprender nuestro entorno actual, entender las reglas de juego, descubrir nuevas posibilidades, aceptar las limitaciones y continuar renovando los propósitos para nuestra vida.

¿Y tú qué opinas?

Feliz día, feliz noche, feliz momento...

* La frase completa es: "El ayer es historia, el mañana es un misterio, el hoy es un regalo, por eso se llama presente."

 

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