Siento, luego existo...

"Lo único real es lo que siento."
James H. Hoke


Esta frase de Hoke me recuerda la del filósofo René Descartes quien expresó: "Pienso, luego existo." Un aforismo que resalta esa característica humana que nos diferencia de los demás seres de la naturaleza: La razón.

Gracias a nuestra capacidad de raciocinio podemos afirmar que somos la "quintaesencia" de la evolución. Hemos dejado de ser simples animales gobernados por instintos para convertirnos en una especie capaz de elevarse hasta las estrellas... 


Pero no nos llamemos a engaño, más allá de los grandes rascacielos y la chatarra espacial, en realidad no somos más que animales con un formidable cerebro. Nada más. Si bien es cierto somos seres pensantes, también reaccionamos inconscientemente a los estímulos de nuestro entorno. Actuamos por instinto, emoción y sentimiento.*  De hecho, si fuéramos tan racionales como creemos, nuestra vida sería más sencilla, o por lo menos más simple.

Basta con pensar en las sensaciones que experimentamos, por ejemplo, cuando al despertar en la mañana nos asomamos por la ventana y vemos un día soleado, despejado, luminoso... Pregunto: ¿Cómo nos sentimos al respecto? ¿Y si por el contrario el día estuviera nublado o lluvioso, sentiríamos lo mismo? ¿Acaso el clima no ha influido alguna vez, aunque sea por un instante, en nuestro ánimo?


Pero el clima es lo que menos debería preocuparnos, los ámbitos laboral, profesional, académico o social son movidos también por reacciones inconscientes, o que se escapan del control de nuestro raciocinio. Es momento de aceptar que las emociones no son exclusivas de las relaciones afectivas, sino que están presentes en toda interacción humana sin importar si estamos en la oficina, en un juego de pelota, haciendo una tesis o saliendo de compras. De lo contrario, realizaríamos todas estas actividades sin asomo de envidia, frustración, alegría, angustia, ira o deseo. 

Parafraseando a Descartes, tendría más sentido decir: "Siento, luego existo." una idea que parece más acorde a nuestra naturaleza humana. 

Sin embargo, en nuestra cultura esta idea no es muy aceptada; por el contrario, se valora más a la razón y es la llamada a imponerse sobre los instintos, emociones y sentimientos. Esto es tan válido para la mayoría de nosotros que nos percibimos como seres divididos, con dos mentes, es decir; una que piensa y otra que siente. Si esto es cierto, entonces en nuestro fuero interno se debaten en permanente puja la razón y los sentimientos, la mente y las emociones, la especie evolucionada y el instinto animal. Esta perspectiva permite explicar el porqué en casi todos los ámbitos de la vida humana las emociones parecen a veces más como "una piedra en el zapato".  Se me ocurren algunas frases del entorno laboral y de negocios, que podrían servir de ejemplo:
  • "Los problemas personales se quedan en casa."
  • "Las decisiones se toman con la cabeza, no con el corazón."
  • "No es nada personal."
  • "Sin importar los problemas, hay que sonreír."
  • "No te dejes afectar."
  • "Entiendo como te sientes, pero la prioridad es terminar ese trabajo."
Considero que en este punto es importante aclarar algo: No pretendo criticar el comportamiento racional o apropiado en los distintos escenarios de la vida. Es claro que a medida que crecemos vamos aprendiendo a reaccionar frente a los estímulos, vamos aprendiendo a entender las emociones para poder vivir en sociedad. De lo contrario aun seguiríamos llorando como bebés cada vez que sentimos hambre.

Lo que pretendo cuestionar es la visión de una supremacía de la razón. El pensar que tenemos dos mentes en pugna, en la que una debe dominar sobre la otra, no es más que un intento fallido por simplificar la naturaleza humana. Raciocinio, sentimientos y emociones, conviven permanentemente para construir nuestro pensamiento. Nuestras ideas, nuestros conceptos, nuestro pensamiento político o nuestro saber profesional no se cimentan tan solo en fríos datos. En consecuencia, no se trata de dominar o controlar, se trata de aceptar lo que somos, porque cuando hay dominación también hay negación, y en este caso lo que se pretende negar son las emociones, los instintos, los sentimientos...  

Y si no hablamos de controlar o dominar ¿entonces de qué?..

...Hablamos de entendernos más...

En primera instancia debemos aceptar. No somos responsables por sentir lo que sentimos, ni responsables por todos nuestros impulsos. ¿O cómo se explican esas reacciones temerarias o irresponsables de personas en medio de un atraco? ¿O nosotros podemos evitar sentirnos nerviosos cuando un superior nos llama por una tarea que no hemos cumplido? ¿Podemos evitar que el pulso se acelere ante la presencia de la persona que nos gusta? ¿O podemos evitar sentirnos incómodos ante alguien que nos desagrada? Entonces no debemos recriminarnos por estas reacciones, incluso por tener intenciones o deseos negativos. O acaso nunca se han preguntado: ¿Por qué reaccioné así?    

Pero sucede que no todas las personas reaccionamos de igual manera. Hay quienes son más calmados, otros más impulsivos, otros más relajados, preocupados, pasmados... y un largo etcétera. ¿Acaso son mejores que nosotros? ¿Somos mejores que ellos? En realidad acá juega un papel importante la experiencia, aquello que hemos vivido antes. Volviendo al ejemplo de llorar cuando se tiene hambre, tal vez de niños llorábamos pero con el tiempo aprendimos a esperar, a tener paciencia, a entender lo inútil de llorar a cada tanto. Cuando entendimos esto no dejamos de sentir hambre, ni dejamos de sentirnos molestos por no comer a nuestro antojo, pero si empezamos a reaccionar mejor.

Acá va entonces el segundo aspecto a considerar: La Reflexión. ¿Por qué reaccioné así? ¿por qué no me moví? ¿Por qué me siento así? ¿Es la primera vez que me pasa? Son preguntas básicas que nos hemos hecho alguna vez para tratar de comprender nuestros actos y emociones. Estos cuestionamientos nos permiten comprender quiénes somos, cómo es el mundo que nos rodea y así construir nuestra percepción de la realidad. Es decir, la realidad es una sola, pero nuestros pensamientos y creencias la redefinen. En la medida que tengamos experiencias, intercambiemos ideas, escuchemos charlas, podcast, leamos, nos capacitemos, etc. nuestro sistema de creencias** puede reforzarse o cambiar. Así, ante los nuevos estímulos podremos reaccionar mejor (o peor). Es como un ciclo continuo... 


De nada nos sirven las experiencias propias y ajenas si no reflexionamos sobre ellas. Por eso es importante dejar de rechazar lo que sentimos, o tratar de razonar sobre una reacción inesperada que tuvimos; lo que cuenta es analizarnos con amor, a la luz de nuestras ideas y convicciones. Lo que creemos como verdadero o falso, así como nuestros prejuicios, principios o filosofía de vida, son el resultado de los instintos y emociones que hemos interiorizado mediante el análisis y el razonamiento. Lo cual también significa que podemos cambiar nuestros sistemas de creencias, desarrollar nuevas habilidades, aprender a reaccionar mejor, a despertar todo nuestro potencial, pero sobre todo, a relacionarnos mejor con los demás.

Y ustedes: ¿Qué piensan al respecto?

Les deseo un feliz día, una feliz noche, un feliz momento...


NOTAS
*Los instintos son los impulsos primarios inconscientes y naturales que se dan en las personas al enfrentarse y relacionarse con la realidad. (Instintos: conservación, supervivencia, lucha, sexual, etc)
Las emociones son las reacciones a un estímulo externo, a algo que repentinamente le sucede a alguien, o a un estímulo interno, un recuerdo, por ejemplo. Las cuatro emociones básicas son la alegría, la tristeza, el enfado o enojo, y el miedo.
Una vez que se procesa la emoción, se la analiza cognitivamente y así esta se transforma en un sentimiento. El amor, el odio, el rencor, la compasión y la felicidad son sentimientos, cuando a una persona le embarga una emoción y tiene algún sentimiento, piensa en ello y construye realidades influenciadas por ellos.

**El sistema de creencias es lo que opinamos sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre la vida. Todo el conjunto de creencias es nuestro paradigma personal. El paradigma nos sirve de lente para interpretar la realidad.

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