QUIERO UN MILLÓN DE AMIGOS

"Los amigos se cuentan con los dedos de una mano" me decían de pequeño. En ese entonces no entendía muy bien qué significaba. De hecho con los amigos de juego no entendíamos por qué tan poquitos... (¿sólo 5 mamá?) Por supuesto con el tiempo fui entendiendo que la verdadera amistad es valiosa, no se da con cualquiera, es un tesoro invaluable, es un fruto capaz de... Bueno, ustedes me entienden. Tanto es así, que a medida que crecía aprendí una versión mejorada de la frase: "¡Los amigos se cuentan con una mano y te sobran dedos!" Así, en plural. Es decir que el máximo de buenos amigos serían... ¡Tres!

Supongo que este dicho es el resultado de ver tantos desengaños, traiciones o deslealtades en la mayoría de relaciones personales. Pero la realidad puede volverse agua para tomar la forma de quien trate de contenerla en su mente. Así que, también escuché a un señor llamado Roberto Carlos con una canción de pegajoso estribillo que decía: "Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar..." Ahora me preguntaba lo contrario: ¿No serán muchos amigos?


La primera vez que escuché de Facebook fue en un seminario. El conferencista, visiblemente entusiasmado nos preguntaba: "¿No han oído hablar de Facebook?" Los presentes no sabíamos de que nos hablaba. Así que nos explicó que era una página que funcionaba como un álbum de fotos, donde se podía compartir recuerdos con familiares, amigos, etc. Pero que eso no era lo realmente asombroso (su rostro se iba iluminando), era la posibilidad de conectar de nuevo con esas viejas amistades que el tiempo separó... ¡Era algo extraordinario en aquel entonces!

¿Y cómo es ahora? Creo que el 20% son fotos de amigos, el resto es publicidad, opiniones, videos, enlaces etc. Es decir que lo del "album de fotos" pasó a otro plano. Pero lo más curioso es la cantidad de "amigos" que se pueden tener. 100... 200... 500... 1.000...  ¡Eso requiere muchas manos para contarlos!

A las personas nos gusta atesorar recuerdos, volver a los lugares que nos dieron alegrías o satisfacciones. De lo contrario no existirían esas fiestas de egresados de colegios o universidades: "Encuentro de egresados generación 1975 colegio Las Descalzas Sin Callos." Tal vez ese sea el aspecto más positivo de esta clase de aplicaciones, ya que gracias a ellas muchas personas se han reencontrado de nuevo. De hecho con los amigos de mi juventud estudiantil nos hemos reunido una o dos veces ¡Hasta tenemos grupo de Whatsapp! Sin embargo hay cierto sinsabor con esto, pues a pesar del afecto expresado, los encuentros son casuales, llevamos más de un año planeando una reunión y con pocos me he sentado a tomar un café. Eso sí, los memes, videos y cadenas no faltan en el chat del grupo...

"Qué se le puede hacer." Me decía alguien. "El tiempo pasa, vamos cambiando, tenemos ocupaciones, compromisos, tenemos proyectos, hemos construido rutinas... Es complicado." Es cierto, son muchas las razones que nos impiden ir mas allá de las redes sociales. Nada se puede hacer ante la contundencia de estas razones ¿verdad? Bueno, pero surge una inquietud: ¿Entonces qué sentido tiene contar con amigos con los que no se tiene contacto? La respuesta también fue contundente: "Uno nunca sabe cuándo los va a necesitar."

Oh... ¿Entonces todo se reduce a una relación "utilitarista"? Me pregunto si nos convertimos en una especie de acumuladores. Es decir, tenemos los medios físicos o tecnológicos para estar en contacto, pero no lo hacemos a la espera de algo, de una motivación externa. Es como si todos fuéramos parte de un inventario, una bodega virtual: Llámese base de datos, contactos de teléfono, amigos del Face, seguidores, fans... Así que cuando seamos necesarios los unos a los otros, nos contactaremos de nuevo.

Aunque lo anterior parezca cierto, creo que somos mejor que eso. Encontrarse de nuevo con una buena persona del pasado, aunque sea por un breve momento, suele ser agradable, y la calidez de ese instante nos refresca. Pero difícilmente podemos sostener una profunda amistad con todos los que compartimos, lo cual no quiere decir que nuestro corazón no albergue agradecimiento, respeto, bondad o cariño por ellos. Tal vez por eso cuando les contactamos de nuevo, aunque sea por casualidad, el hecho de recordarles es ya una manifestación de afecto que va en doble vía, pues nos reconocemos en el otro gracias a esa experiencia que vivimos. Esto me hizo pensar en una de las más bellas canciones escritas sobre amistad: "A mis amigos", de Alberto Cortéz. Acá un fragmento:

"A mis amigos les adeudo la ternura
y las palabras de aliento y el abrazo;
el compartir con todos ellos la factura
que nos presenta la vida, paso a paso.

A mis amigos les adeudo la paciencia
de tolerarme las espinas más agudas;
los arrebatos de humor, la negligencia,
las vanidades, los temores y las dudas..." 

Si bien es cierto la amistad requiere un tiempo y una dedicación que difícilmente tendremos con más de un puñado de amigos, no quiere decir que seamos pasivos con esas personas que duermen en nuestro "inventario relacional." Una llamada, un mensaje, un saludo no está de más. Por ejemplo hay quienes están haciendo su vida lejos de su tierra, en otras ciudades, en otros países; tal vez un sencillo saludo puede alegrar a quien no lo espera.

Las personas nos necesitamos los unos a los otros, así que, en este mundo de soledades y prisas no está de más multiplicar el afecto. Por otra parte, quien tenga una visión de la amistad como la oportunidad para pedir favores, pues que tenga también la voluntad de servir cuando lo soliciten. No hay nada de malo en ello. Roberto Carlos quería un millón de amigos, pero no para ir a cine o hacer pijamadas, quería cantar más fuerte, elevar la voz por un mundo mejor. Nosotros también podemos hacer un mundo mejor apoyándonos entre todos. No sé, pienso en cosas como:

  • Alguien abrió una nueva tienda: Visitémosla, hablemos de ella, enviemos fotos en redes.
  • Profesionales que tienen servicios o asesorías para ofrecer.
  • Una persona va realizar un lanzamiento, un evento cultural... asistamos o démoslo a conocer.
  • Compartir oportunidades de trabajo, estudio, etc de las que alguien se enteró.
  • Alguien escribe poemas, cuentos. Comprar su libro o hacer una tertulia para escucharle.
  • Una persona tiene una idea de impacto para salvar mascotas, cuidar el medio ambiente o  mejorar la sociedad, organizar un encuentro para que comparta su proyecto.
  • ... ?

De seguro hay muchísimas más ideas, lo importante es  re-pensar un poco en lo que estamos haciendo, en nuestra manera de relacionarnos con el prójimo y dejar de lado la pasividad que las redes sociales nos puede contagiar.

Feliz día, feliz noche, feliz momento...

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