"Quiero desconectarme de todo"

Hace unos días me encontraba realizando una somnífera diligencia bancaria, cuando llegó a mi celular un mensaje de una amiga que me sacó por un momento de aquel tedio: "quisiera desconectarme de todo". Así que, mientras los demás bostezaban en la lenta fila, empezamos a conversar sobre ese sentimiento de dejarlo todo atrás, huir, ignorar por un momento la vida, desconectarse de la rutina como si uno fuera un ruidoso electrodoméstico...

Recordé una imagen que vi en la red social de Instagram, en la que se apreciaban unas piernas bronceadas elevadas al cielo apoyadas sobre la parte extrema de una hamaca. La mano izquierda sostenía lo que parecía ser un delicioso cóctel. En realidad no hay certeza de que el cóctel estuviera delicioso, pero se supone que un licor puede endulzar hasta los momentos más amargos. Al fondo, un horizonte azul donde se entremezclaban la dorada arena, el mar y el cielo... ¡Todo un pedazo de paraíso!

Aunque sabemos que la imagen es la instantánea de un momento pasado, nuestra mente añora ese estado, vivir ese momento, porque de seguro que estar en esta fila del banco, diligenciar un formato o pasar más de 8 horas en una oficina no es vivir, eso debe ser otra cosa. La vida está en una hamaca frente al mar. Hasta nos aventuramos a pensar que las personas de la costa deben ser más felices que el resto de mortales que vivimos en el interior.

Pero las personas somos más complicadas. Nuestra capacidad de comprender el entorno al punto de codificarlo para aprender a reaccionar, nos juega en contra. Cuando nos adaptamos, normalizamos las cosas, todo se nos convierte en rutina, empezamos a vivir como en piloto automático; dejamos de reflexionar, maravillarnos con lo que nos rodea.  De seguro que al cabo de unos días, esa idílica playa no nos impactará tanto como en las primeras horas, y con el correr del tiempo hasta olvidaremos que estábamos "viviendo de verdad."

En muchas ocasiones nos dejamos influir por imágenes, o fotografías, que solo representan un instante de la vida, y sobre las cuales damos una valoración subjetiva sin cuestionarnos sobre su veracidad. Por ejemplo: una persona famosa publica un plato de comida en un lujoso lugar. Al ver la imagen asociada a la persona, empezamos a pensar que el platillo debe ser exquisito, el sitio ha de ser exclusivo, que debe estar disfrutando una velada fantástica, etc, etc. Pero son cuestiones que no sabremos.  ¿Y si en realidad no era tan delicioso?¿Y si estaba aburrida? ¿la cena fue en compañía de alguien o en solitario? ¿Estaba con su pareja pero la pasaron discutiendo? o peor aún ¿Ambos no se hablaban por estar pendientes de sus redes?

Hace pocos años (2017) la Royal Society of Public Health de Reino Unido**, arrojó un estudio sobre la influencia negativa de redes sociales como Instagram o Facebook en la estabilidad emocional de las personas, y si en algo coinciden los psicólogos, es que al fijar nuestra atención en el éxito o felicidad compartida en esas redes, podemos empezar a sentirnos como personas infelices. Mi madre diría que descubrieron la envidia... pero al parecer no es tan simple.

Esas piernas en la hamaca y la fila del banco, hacen parte de la vida. No somos personajes de una obra de teatro que solo viven al pisar las tablas. Anhelar un estilo de vida diferente al que se tiene es positivo como motivación, obsesionarse con ello de seguro es perturbador. 

El trabajo, o lo que hacemos, por más que nos guste también nos agota, nos agobia y necesitamos parar. Pero "huir" o "escapar" de nuestra rutina no es tan fácil porque pensamos que necesitamos de un lugar alejado, apartado de nuestro día a día para poder "desconectarnos" del mundo... Y sucede que somos parte del mundo, a donde huyamos siempre estaremos con nosotros mismos. Es decir, de nada servirá conocer las maravillas de la tierra si no cambiamos primero nuestra percepción frente a la vida. Bien dijo el cantante:
"Hay quien puede ver el mundo sin moverse de un lugar, otros andan todo el tiempo, y se quedan donde están." 
Todos queremos vivir instantes que conmuevan nuestros sentidos. Reaccionamos pasivamente a los estímulos que la televisión, revistas o redes nos quieren ofrecer como realidad. Sin embargo, si en nuestro diario existir nos detuviéramos un instante para apreciar los detalles de la vida, de seguro encontraríamos motivos de admiración o contemplación en cada amanecer. No quiero decir con esto que no necesitemos salir de casa, por el contrario, si procuramos despertar nuestros sentidos, nuestra conciencia a la realidad, si somos capaces de maravillarnos de nuevo con un cielo estrellado, de seguro cuando viajemos podremos disfrutar hasta la más ínfima experiencia. 

Y cuando queramos huir, no solo encontraremos un lugar mágico en esa playa idílica, también lo encontraremos en una persona amada, en una taza de chocolate caliente, en una mano amiga o tal vez en las ocurrencias de un niño... solo hay que estar despiertos a los bellos momentos, tal como dice un aparte del poema "Instantes":
"Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, 
sólo de momentos; no te pierdas el ahora." 
Feliz día, Feliz noche, Feliz momento...

Si quieren el poema completo, sigan este enlace https://www.poemas-del-alma.com/instantes.htm

**Algunos artículos sobre la influencia de las redes sociales

Comentarios

  1. La desconexión es necesaria desafortunadamente no se como hacerlo gracias a que el estrés lo veo en casa en el trabajo y en mis rutinas almuerzo tan rápido que disfrutar lo que como se hace efímero pero si intentare respirar y disfrutar cada instante viendo lo bello de universo en cada sorbo de un cafe
    Genial escrito por cierto

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    1. Muchas gracias. Tal vez debamos empezar por ser más conscientes sobre las cuestiones a las que les prestamos atención. Bien dicen que aquello en lo que nos enfocamos se convierte en nuestra única realidad. Por cierto, alguien me comentaba que ponerse en contacto con la naturaleza es un buen comienzo... un abrazo

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