Amor Sin Fecha de Caducidad

¿Se puede creer que el amor verdadero no acaba, no expira, no tiene fecha de caducidad...?

En estos tiempos donde al parecer las separaciones y divorcios son el pan nuestro de cada día, donde las relaciones no resisten el primer conflicto, donde los matrimonios que celebran sus "bodas de oro o plata" parecen cosa de otra época; pensar en un amor para siempre se antoja como un ensueño o una fantasía heredada de Disney World.

Si en algo estamos de acuerdo es que, con el tiempo, a las parejas les llega no solo la rutina y la monotonía, sino también las dificultades, problemas e inseguridades que, en suma, pueden hacer tambalear su relación. Tal vez este sea el porqué las historias de princesas, caballeros y dulces príncipes, terminan súbitamente con un tierno beso de amor, una gran fiesta y un horizonte que ignoran los enamorados mientras se alejan (solo tienen ojos para mirarse entre ellos), ya que después de ese bello momento, la relación se adentra en un mar de incertidumbre...


¿Pero qué es lo que puede provocar ese cambio en el amor?

Esa sí que es una pregunta difícil de contestar. Finalmente nadie tiene la última palabra cuando de relaciones se trata. Sin embargo, si queremos saber que es lo que cambia, entonces preguntémonos sobre ese "algo" que hace enamorarnos de alguien.

En las películas de Disney (sobre todo las modernas) un príncipe azul y de blanco corcel, ya no impresiona a nadie. De hecho, los protagonistas se atraen cuando reconocen en el otro una cualidad o condición extraordinaria: un sacrificio, un acto de bondad, un talento, cambio de actitud, una pasión, etc. Cuestión que no es tan alejada de la realidad, pues de entre docenas de personas terminamos centrando nuestra atención hacia alguien en particular. Es decir, reconocemos en esa persona algo extraordinario, algo que la diferencia y la hace única de entre las demás. Es un asunto de admiración...

¿Admiración?

Cuando una persona nos atrae, aparte de otros factores, de seguro sentimos por ella cierta admiración. Bien sea por su belleza, atractivo, inteligencia, bondad, valentía, seguridad, dulzura, etc reconocemos en ese otro ser, unas características que nos atraen y refuerzan nuestros sentimientos hacia ella.

En el pasado artículo, un amigo dejó un comentario final donde, entre otras cosas, consideraba la admiración una fuerza que acrecentaba el sentimiento por la persona amada, al punto de hacer que ese amor durara toda la vida. ¿Qué vendría siendo entonces admirar?

Dicen que Aristóteles* consideraba a la filosofía "hija" de la admiración, ya que admirar significaba contemplar y maravillarse con la realidad ¿Acaso no es semejante a lo que sentimos cuando nos enamoramos? Pero existe una sutil diferencia. Nuestro enamoramiento fácilmente cae en la adoración o "idealización" de esa persona que nos atrae, al punto de no ver más que virtudes sin defecto alguno. Cuestión que nos puede lastimar con el tiempo...

En consecuencia, admirar a alguien no quiere decir que le consideremos perfecto, ni mucho menos superior a nosotros. Admirar es contemplar, observar, entender, aceptar y aprender todo lo relacionado con esa persona extraordinaria, única, diferente...

Pero no nos llamemos a engaño, si algo tenemos los humanos es una inmensa capacidad para acostumbrarnos a las cosas. Si tenemos una hermosa pintura en la sala, podemos admirarla por su belleza. Con el tiempo, puede que seamos conscientes que es extraordinaria, pero la emoción ya no es la misma.

Con las relaciones la cuestión es mucho más compleja. El día a día, nos juega malas pasada y con el tiempo, ese ser que admirábamos, ya deja de parecernos tan extraordinario, sus debilidades se hacen mas notorias, las dificultades, inseguridades y discusiones realzan esos defectos que antes no parecían tan notorios. Con el tiempo, el otro se asemeja a esa pintura que sabemos nos importa, pero que se hace cada vez más normal...

¿Entonces cuando dejamos de admirar a nuestra pareja, el amor empieza a acabarse?
Walter Riso*, dijo alguna vez: "Puedes admirar sin amar, pero no lo contrario". ¿Pero acaso es posible admirar siempre a la misma persona?

El otro día un señor, con más de 30 años de matrimonio, me dijo: "Yo si admiro a mi esposa". No le oculté mi grata sorpresa, y le expresé que eso me parecía algo extraordinario... A lo que me respondió: " Y como no voy a admirarla, si ha tenido que soportar todas mis infidelidades en estos años..."

¡Sinceramente, eso de admiración no tiene nada!

En pareja, admirar parte del respeto. La admiración es una observación desde lo que somos, creemos y valoramos ¿Como admirar a quien nos hiere? Todo tiene límites. Se pueden tolerar muchas cosas, pero el respeto propio debe ser el principal baluarte de nuestra autoestima. Cuando idealizamos, los límites se desdibujan...

Volviendo al punto, muchas personas expresan su amor o respeto por su pareja, pero pocas hablan abiertamente de admirarlas. ¿Acaso es difícil considerar a nuestra pareja digna de contemplación y admiración? Si por ejemplo, ella alcanza un logro en su trabajo o arte ¿No es admirable? o cuando supera un miedo, persevera en un proyecto o afronta una enfermedad ¿tampoco lo es?. No tienen que ser tampoco grandes actos... bien podríamos pensar en cuestiones más simples, como esa dedicación que le imprime a sus más sencillas tareas, su amor a sus padres, entrega en la amistad, o esa entrañable caricia, su confidente mirada o su tierna sonrisa cuando le decimos algo dulce...

Algunos expertos afirman que puede existir el amor sin admiración. Pero coincido más con lo dicho por Walter Riso. Cuando se deja de ver al otro como digno de admiración, se "normaliza", se convierte en algo que no vale demasiado nuestra atención. En ese instante recuperar la comunicación se hace más importante, entendiéndola como ese puente que conecta nuestros sueños, frustraciones, inconformidades, esperanzas, hacia un objetivo común. Es un conocimiento mutuo entre personas que vuelven a admirarse, respetarse y conservar un amor sin fecha de caducidad...



Feliz día, Feliz noche, Feliz momento...

(agradezco sus opiniones)

* Aristóteles ​​​ fue un filósofo y científico nacido en la Antigua Grecia. Considerado uno de los padres de la filosofía.
* Walter Riso, Doctor en psicología, especialista en Terapia Cognitiva y Magister en Bioética. Autor de libros como: "Deshojando Margaritas", "Ama y no Sufras", "Pensar bien, sentirse bien" entre muchos otros.

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