NO ERES TÚ , ES TU ACTITUD

Recuerdo cuando me hablaron de PNL (programación Neurolinguística) por primera vez. Estaba atraído por aquel asunto novedoso e interesante, pues era una herramienta que buscaba “reprogramar" nuestro cerebro a partir del lenguaje. 

Han pasado ya varios años de esas charlas, pero aún recuerdo muchas cosas de ellas; en especial una idea en particular: “Tu universo es aquello en lo que te enfocas...” 

Había un ejemplo que ilustraba el concepto. Imaginemos que vamos atravesando un túnel, tal vez vamos mirando alrededor mientras seguimos atentos a la salida. De repente, vemos a lo lejos la boca del túnel que nos llevará fuera de él. En ese instante, dejamos de prestar atención a lo demás y nos centramos en ese punto de luz lejano.
Esa luz se convierte en todo nuestro centro de atención. Ya no importa lo demás. ¿Acaso no nos pasa igual ante un problema, una situación, una noticia? Quedamos atrapados en una “visión de túnel” y solo pensamos y hablamos de lo mismo, sin alternativa alguna. 

Hace poco, en redes sociales, se estaban quejando del servicio que prestan los funcionarios públicos. Es más, intenten conversar con alguien sobre ello y coincidirán en adjetivos como: negligentes, desinteresados, ociosos, etc. ¿Que sucederá entonces cuando debamos hacer alguna gestión... por ejemplo en la alcaldía? Probablemente nuestra disposición no será la mejor, ya que sabemos (o creemos saber) que los funcionarios son negligentes. 

No hemos ingresado a la primera oficina, es más, ni siquiera hemos salido de nuestra casa, pero nuestra “visión de túnel” nos dice que seremos mal atendidos, nos sentiremos frustrados y molestos. En resumen, antes de empezar el día, ya tenemos una actitud negativa.

Pero... ¿Y Qué es la actitud? Podríamos decir que es el comportamiento que asumimos como resultado de nuestros pensamientos y sentimientos frente a una situación, cosa o persona. 

Hace unos días hablaba con una amiga que se quejaba de su trabajo. No reconocían los esfuerzos de los empleados, las comisiones ahora eran parte de un proceso complejo de difícil cumplimiento, y, como si fuera poco, el nuevo jefe era molesto, gruñón y solo veía los errores de su gente... Era tal la situación, que había perdido el interés en su trabajo.

En ese momento, llegó un mensaje de su superior al celular:
-Mira, ahí está escribiendo. Me dice “Buenos días”.- mientras lo leía, cambió su voz a un tono grueso y seco... como si fuera un regaño.
- Bueno, ¿es que te llegó un mensaje de voz?- le dije.
- No, ¿por qué?
- ¿entonces cómo sabes que ese fue el tono de su mensaje?

Su actitud era tan reactiva hacia su jefe, que hasta un “buenos días” lo veía como algo negativo.

Las personas solemos poner etiquetas a nuestro entorno: bonito, feo, molesto, agradable, feliz, triste, seguro, peligroso... ya que esto nos da seguridad. Entender el entorno nos permite reaccionar a tiempo. El problema es que muchas veces no reflexionamos sobre lo que pensamos. Somos como un avión que vuela en piloto automático, mientras que el capitán (consciencia) solo duerme la siesta.

La actitud es como la expresión consciente, y a la vez inconsciente, de nuestros sentimientos y pensamientos. Además... seamos sinceros, somos muy melodramáticos. Por ejemplo, si en la oficina o el lugar de estudio, nos enteramos que alguien de confianza ha cometido una infidencia con un asunto que le compartimos, nos sentiremos muy molestos. Pero no conformes con ello, lo maximizamos con pensamientos como: "Ya no se puede confiar en nadie", "¿Amigos? nadie es un verdadero amigo", ""me limitaré a saludar y no confiar en nadie más". Si se incorporan estas creencias a nuestra mente... ¿Que sentimientos nos despertará? ¿Cómo será nuestra actitud con los demás al día siguiente?. Personas que no han tenido nada que ver en el asunto ¿se ven afectadas por nuestro comportamiento...?

¿Hemos evaluado alguna vez nuestras actitudes ante la vida?

Recuerdo que de pequeño, jugar bajo la lluvia era muy divertido. Supongo que varias personas lo disfrutaron alguna vez también...  Pero entonces... ¿En que momento la lluvia se convirtió en algo triste o chocante?. O es que a medida que crecemos nos preocupamos por pequeñeces. "Voy a una cita y se me mojarán los pies"... Pues si, eso hace el agua que cae con la lluvia, mojar ¿no? Ayer reíamos, hoy nos amargamos. ¿Acaso hemos cambiado? Ya lo creo que no, solo hemos asumido una actitud que nos resta alegría.

"Mi universo es aquello en lo que me enfoco" decían en el seminario. Si estamos enfocados en asuntos negativos, tristes, estresantes ¿Cómo será nuestra actitud? La lluvia causa inundaciones y estragos. Pero también refresca después de fuertes días de verano. O te relaja si estás en casa y no tienes que levantarte temprano de la cama. ¿Cual es la diferencia? La lluvia no ha dejado de ser lo que es: agua que cae de las nubes. La diferencia está en nosotros.

Por último intentemos un ejercicio. Prestemos atención a nuestras palabras, expresiones y los asuntos que hablamos. Como si nos viéramos en un vídeo. ¿De qué preferimos hablar? o quizás... ¿De quién? ¿nos quejamos o proponemos soluciones? ¿parecemos tristes, alegres, amargados, tranquilos? ¿que expresiones utilizamos con la familia, pareja o amigos? ¿destacamos lo bueno o solo lo que nos molesta?. Tal vez parezca inútil, total, uno puede andar por la vida alegre o amargado, pero recuerdo una frase que muestra la diferencia:

 “La vida es como un espejo: Te sonríe si la miras sonriendo”.*

Felíz día, Felíz noche, felíz momento....


*Frase atribuida a Mahatma Ghandi, abogado, pensador y político indio (1869-1948)" 

   



Comentarios

  1. Excelente escrito, es vigorosamente directo y suave, lleva a la mente a una atención suspendida en el tiempo y el espacio donde la física o mejor la metafísica esta en nuestras manos... solo falta una chispa detonante que genere la ignición necesaria para llegar cerca de la luz del túnel

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    1. Muchas gracias por el comentario Diego, la intención es detenernos un momento a pensar y repensar sobre nosotros mismos

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