¿El que odia se comporta como un enamorado?

No se si les ha pasado pero ¿han conocido personas que al parecer solo pueden hablar de una cosa, o mejor; de una persona en particular?. ¿Y aunque les propongamos otro tema de conversación al menor descuido nos encontramos hablando nuevamente de ella?.

Al principio puede que no nos percatemos de ello, o simplemente no le demos la mayor importancia, pero llega un momento de lucidez en el que nos decimos ¿Será que podemos hablar de otro asunto?.Porque sin preguntar terminamos enterándonos (por cuenta de nuestro interlocutor) de las costumbres, comportamientos, horarios, gestos, acciones, omisiones y quien sabe que más, de alguien que si acaso nos interesa un saludo cordial.

Alguien podría decir: "Bueno, debe ser que esa persona está enamorada, y por eso habla tanto de ella". Pues no, resulta que es todo lo contrario: ¡La odia!

Pues bien, antes de continuar es mejor que contextualicemos eso que llamamos odio. Según el diccionario es: "antipatía y aversión hacia algo o alguien cuyo mal se desea". Para el caso que nos ocupa nos referiremos al sentimiento que surge de las relaciones interpersonales, no del tipo intelectual, gregario o violento (Ejemplos del que no hablaremos: el odio que se puede sentir hacia extranjeros, país, un partido político o tal vez un agresor). 

Ahora que tenemos claro el terreno por el que nos vamos a mover, hablemos ahora sí de ese ser que se encuentra atrapado en las garras del odio... (eso de "atrapado" y "garras" combina muy bien con "odio" ¿cierto?).

Lo primero que afirmaremos es que así como en el más candoroso enamoramiento, quien odia termina reflejando comportamientos muy similares a quien vive un idilio de amor. 

Y no se trata solamente por lo "monotemático" que se tornen sus conversaciones, sino también por los pensamientos que llega a albergar, los actos, las expresiones, las palabras utilizadas y hasta la percepción de su cotidianidad.
En este caso la manera en que se siente una persona, está siendo determinada por el comportamiento de otra más, tal como sucede en el enamoramiento... Cuantas veces hemos escuchado a alguien decir cosas como: "Todo estaba bien hasta que (ese/esa) apareció", "prefiero no asistir si esa persona va a la reunión","Ya no le soporto más" etc

Las razones para esa aversión pueden ser muchas, algunas más infundadas que otras, pero la verdad es que sin importar como hayan sido las circunstancias que despertaron este sentimiento, quien odia termina siendo un sujeto dominado por ese a quien tanto rechaza... ¡Si, Dominado! 

Si le ve: Su día se arruina. Si fracasó en un asunto: lo disfruta. Si dijo algo: habla de ello todo el día. Si no dijo... ¡peor!

El odio nos hace débiles... Tal vez por eso Francois de la Rochefocauld: “Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.”

En este momento muchos pensarán que estas situaciones les son ajenas, o expresar: "Bueno, uno no le agradan ciertas personas, o le molesta el comportamiento de otras, pero odiar... ¿lo que se dice odiar? ¡no es para tanto!". Gracias a nuestra naturaleza humana somos capaces de darle un "matiz"a las cosas, unos niveles de profundidad o gravedad para justificar nuestros actos, pero un sentimiento, por pequeño que sea; puede ser la semilla para cambiar... sea para bien o para mal.  

Cuando nos relacionamos con los demás, tenemos sensaciones de simpatía, agrado o simplemente indiferencia. Sin embargo también podemos sentir desconfianza, disgusto, antipatía o prevención. Razón de más para considerar que podemos empezar a odiar a alguien sin darnos cuenta de ello, y de a poco permitimos que su presencia (real o imaginaria) llegue a fastidiarnos permanentemente. 

Este es un asunto de percepción que debemos prestar atención para reducir su impacto negativo. Los días nublados alegran a unos y deprimen a otros, pero no es porque unas nubes en el cielo sean buenas o malas, eso depende de quienes así los perciban.
Observamos el mundo y lo vamos describiendo a la vez en nuestra mente. Este es un proceso natural que nos permite tener un concepto definido sobre nuestro entorno, y en especial las personas que conocemos. Pero no siempre somos conscientes de este proceso. por eso, si estamos experimentando sentimientos de aversión hacia alguien deberíamos preguntar:

¿Soy consciente de que esta persona me afecta?
¿Desde cuándo o desde qué momento albergo estos sentimientos?
¿En qué me he concentrado para permitir que influya en mí de esa manera?
¿Esta persona es más valiosa que yo?
¿Este asunto es tan importante como para permitir que me afecte? y de ser así ¿tengo claras mis prioridades?
Que nos defrauden traicionen, rechacen, engañen o insulten nos demanda una reacción como máximo proporcional al acto recibido. Es más, podemos estar molestos por mucho tiempo y perder la confianza hacia ese ser. Pero permanecer en un estado como de "embeleso negativo", alimentando un sentimiento de rencor o revancha, no tiene sentido, y solo amilanará nuestra autoestima. Bien lo dijo Charles Dickens en su momento:

“Nuestras peores debilidades y bajezas las solemos cometer por causa de las gentes a quienes más despreciamos.”

Nunca es tarde para cambiar nuestra percepción de las situaciones que vivimos, sobre todo si es para nuestro bienestar...

¡Les deseo un buen comienzo de mes!


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