Mojemos la Palabra

Poco a poco la ciudad se viste de fiesta... El cielo se hace más límpido, el sol brilla desde lo alto como antesala a una centenaria tradición folclórica. A la orden del día están los turistas, los comercios, restaurantes, bares y sitios de rumba. Tan es así, que algunos aseguran que este es el segundo mes más festivo después de diciembre.

Con todo este ambiente, al que se suma la copa América con una selección adorada por todos, pareciera que todo está listo para la distensión y diversión en el sexto mes del año. Desfiles, actos musicales, muestras gastronómicas, danzas y fiesta tricolor son el plato perfecto para compartir en compañía de familiares y amigos.

En medio de tantas emociones juntas... ¿Podría algo empañar tanta alegría?

Precisamente con este cóctel de actividades, las emociones nos pueden jugar una mala pasada. La razón no siempre es la que impera en nuestra vida, así que bien vale la pena analizar algunos asuntos para no llevarnos consabidas sorpresas.

Mojemos la palabra.

El reencuentro con viejas amistades, asistir a ciertos eventos o disfrutar de la noche, nos pueden motivar a disfrutar estos momentos con alguna bebida, y no precisamente hablo de un café o una malteada. Se suele decir: "mojemos la palabra" para entender que es hora de acompañar las conversaciones con unas cervecitas, vinitos o aguardienticos (el diminutivo no es arbitrario, se utiliza para darles una connotación de bebidas suaves e inofensivas). 

Sin embargo, no todas las personas reaccionamos igual a los mismos estímulos. Además el alcohol es un deshinibidor que de a poco despierta lo más básico del animal humano, mientras va apagando su razón. Por eso cuando más nos estamos divirtiendo, alguien puede arruinar cualquier velada con un comportamiento errático e inapropiado, culpa del poco control que da a sus emociones.

Podemos citar ejemplos de esas personas: Los hay quienes guardan una pena muy honda, la cual les aflora como drama incontenible. O hay quienes acumulan frustraciones y se convierten de un momento a otro en valentones capaces de herir con sus palabras. Que decir de los que albergan iras contenidas, y se levantan como bravucones o necios incontenibles. Además de lo fastidioso de la situación, el asunto puede tornarse más dramático como lo refieren las estadísticas sobre accidentes de tránsito, riñas y violencia intrafamiliar.

Todo exceso nos puede jugar una mala pasada en el momento menos pensado... 

Para eso trabajo tanto

El aspecto financiero no se queda atrás. Los deseos de salir de la rutina, disfrutar de unos buenos momentos, nos pueden dejar con una resaca... pero en el bolsillo. Somos unos expertos para engañarnos, razón por la cual ante un gasto no planeado solemos decir cosas como: "No todo puede ser trabajo", "Esto no es de todos los días", "Me estoy dando un gusto, me lo merezco con tanto que he trabajado", y un largo etcétera.

Sabemos de personas que han dejado de lado planes importantes relacionados con estudio, cancelación de deudas, inversiones o viajes por culpa de un disfrute efímero que surgió de un momento a otro. Al respecto, existe una expresión que dice: "si no planea que hacer con su dinero, otro lo hará por usted". 

No sea que riamos en un mes, lo que vamos a llorar en un año...

Solo se vive una vez

Esta frase lleva en sí misma la semilla del fracaso. En medio de tanto ambiente festivo, una falta de control en los dos asuntos mencionados y una emotividad a flor de piel pueden hacer pasar amargos tragos. Un ejemplo de ello son algunas personas que incumplen compromisos propios de su trabajo o profesión, al preferir disfrutar de esta realidad pasajera. O aquellos que terminan no en un triángulo amoroso, sino en un dodecaedro pasional irreversible... Pues son varias las situaciones que se pueden complicar cuando en el momento decisivo, lo mejor que se nos ocurre pensar es: "bueno, solo se vive una vez"

Por naturaleza no somos conformes, y nuestra realidad no es siempre la deseada. Entre más rechazamos este presente, aumentan los anhelos por vivir situaciones de gozo y diversión. Por eso en vacaciones, mucho nos hemos encontrado diciendo: "Esto si es vida", negando aquella que relacionamos con el trabajo, responsabilidades o compromisos. 

Tal vez el anhelar con tal ahínco esa otra realidad, nos puede llevar a olvidar que la vida es como un péndulo balanceándose entre el dolor y la alegría. Tal vez nos veamos tratando de hacerle trampa a ese vaivén aferrándonos a un solo lado sin importar qué, mientras se va de entre las manos aquello que a la larga en verdad importa.

No se trata con esto de rechazar la diversión en nuestra vida. Nada puede ser absoluto. Es más bien en no distraernos a tal punto de olvidar lo que es realmente valioso para nosotros. Finalmente, nuestro presente es aquel que nos vamos forjando a diario.


Extra: A propósito, les comparto un poema de Alberto Cortez llamado "El Vino" y que inspiró buena parte de este artículo. Que los disfruten
http://www.albertocortez.com/canciones/detail.asp?id=55



Comentarios