Dime de que te rodeas y te diré quien eres

Actualmente estamos interesados en todo aquello que sea saludable para nuestra vida. A diario nos encontramos con artículos, notas o referencias con advertencias y consejos sobre lo que consumimos, utilizamos, hacemos o dejamos de hacer. Es la cultura del auto-cuidado.

Pero la mayoría nos quedamos cortos en el propósito. Recuerdo que de joven los maestros nos repetían una frase de la Grecia antigua: "mens sana in corpore sano" (mente sana en cuerpo sano), con lo que nos exigían estudiar y ejercitarnos permanentemente.

No sé si todos estemos buscando un equilibrio de este tipo en nuestras vidas, pero con las preferencias de la televisión, prensa, redes y amistades, al parecer no le prestamos mucha atención al asunto.

Que tal si empezamos con una pequeña reflexión:

¿Que programas de televisión  nos gustan? ¿en la radio?
¿Que secciones preferimos de la prensa o revistas?
¿En internet que videos, imágenes o comentarios revisamos con frecuencia?
¿Sobre que nos gusta conversar?
Nos gustaría creer que solo hablamos de temas trascendentales, que preferimos canales como National Geographic y que aveces escuchamos a Mozart para relajarnos después de un arduo día... La verdad es que la mayoría no tomamos decisiones sobre estos asuntos. Sólo aceptamos dócilmente los programas, comentarios o imágenes que nos ofrecen a diario.

Cierta vez me encontraba terminando el almuerzo en un restaurante, mientras trataba de no prestarle atención a lo que se transmitía del televisor que colgaba de la pared, "para entretenimiento de los clientes". Lamentablemente el volumen del aparato y el silencio de los presentes hizo infructuosa la tarea, así que no pude evitar ver aquel programa dedicado al chisme de farándula.

El propósito al parecer no era informar al público sobre las novedades de los famosos, sino sembrar las dudas sobre sus actos, tomar declaraciones fuera de contexto y desnudar sus intimidades para deleite... de los que les deleita eso. Lo cierto es que la conductora del programa, me recordaba a esas señoras de barrio que señalan a sus semejantes desde su sagrado púlpito, es decir; la ventana de sus casas.

Un comensal a mi lado dijo mientras sonreía: "¡Que lengua tiene esa señora!". Su pareja le dijo, -"es cierto, a veces se excede en sus comentarios".-, a lo que él la interrumpió con un "Por favor, déjame escuchar lo que están diciendo". Nuestro morbo alimenta esta clase de programación que criticamos sin dejar de mirar.

El chisme es un comportamiento social casi natural. Incluso la ciencia le ha dado un lugar relevante en el engranaje social, y en cierto nivel no es destructivo. Sin embargo, demasiado gusto por el mismo nos puede llevar a fomentar la discriminación, el prejuicio o el desprestigio. Si nos encanta la "información informal", como dicen algunos; ¿De que clase de personas nos terminamos rodeando? ¿Que tan productivas pueden ser nuestras conversaciones?. (busquen el relato sobre los tres filtros).  

Las anteriores preguntas bien las podemos aplicar a lo que buscamos en internet, prensa, televisión, etc. Debemos aprender a separar la "basura" de las cosas buenas, y con las personas debemos hacer lo mismo. Porque sin darnos cuenta, nos rodeamos de gente o "amigos" que no aportan algo bueno a nuestra vida. ¿Y de quién es la culpa? El espejo tiene la respuesta. Probablemente no hayamos sido conscientes de esto, pero este debe ser el momento de dejar atrás a ciertas personas:

  • Aquellos que consideran que nada puede salir bien.
  • Aquellos que hablan de los demás despectivamente, cargados de frustraciones, envidias, prejuicios y adjetivos negativos.
  • Aquellos que son un lamento constante. Que cuando dicen algo bueno, hemos tenido que soportar quejas sobre todo.
  • Aquellos que limitan tus aspiraciones, tus sueños o no valoran tus responsabilidades.
  • Aquellos que...

La lista puede ser extensa, pero debemos hacerla para poder reconocer si estamos atrayendo bien a nuestras vidas, y si también estamos aportando bien a los demás...

Recordar: Somos demasiado valiosos como para que otros nos consideren cestos dispuestos a recibir cuanta basura quieran depositar allí.

¡Un buen día para todos!


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