¿Cuál es tu prisa?

Hace tiempo que no actualizaba el blog... Hace tiempo... Al reflexionar en esas primeras líneas, fue casi inevitable pensar en ese recurso natural no renovable... "El Tiempo". De pequeño, mi madre solía decir " el tiempo perdido los santos lo lloran". En esa época no pensaba sino en jugar, así que si los santos lloraban cual novela mexicana; no me afectaba lo más mínimo. En la actualidad, la perspectiva es otra; y cuando llueve a cántaros lamento la tristeza que cae del cielo...

Siendo un poco más terrenales, vale la pena cuestionar cuántas veces hemos escuchado (o dicho) cosas acerca de los minutos que se nos escapan: "Es que el tiempo no alcanza", "Ahora no tengo tiempo", "El día ya termina y tanto por hacer".

¿Será verdad que las horas no nos alcanzan ya? ¿En el pasado las horas eran más lentas? ¿Antes la gente se quejaba menos? Pues bien, las respuestas no las tengo (hoy estoy muy sincerote), pero si podemos tratar de analizar ciertos aspectos de nuestro comportamiento:

1. El estrés parece moda
Esa palabrita lo permea todo. Hoy no tenemos angustia, preocupación, ansiedad, tensión, concentración, acción, solo "Estrés". Le damos demasiado poder a esa palabra. Hasta la tarea más simple termina adoptando ese nombre; al punto que llega a ocupar la mayor parte de nuestros pensamientos. No le damos a la mente espacio para otras cosas, y terminamos arruinando buenos momentos para compartir en familia, amigos, pareja... Creemos que estar estresados es lo común, lo normal; tanto así que quien no lo esté se le puede tildar de relajado, despreocupado e incluso irresponsable. Empezar a ser conscientes de nuestro estrés podría ayudarnos a empezar a tener más tiempo de calidad en nuestra vida.

2. Más humildad por favor.
Dicen que a todos nos gusta aparentar, y el tiempo puede ser una excusa para hacerlo. Podría empezar a gustarnos el tener una "agenda apretada", llena de compromisos, obligaciones "ineludibles" como si fuera una cuestión de estatus. Estar ocupados nos puede dar la sensación de ser importantes, de solo tener tiempo para cuestiones serias o relevantes, de considerar el ocio como un lujo que no podemos darnos. Cuando llega la calma, o no hay nada en la agenda, se puede tener una crisis de aburrimiento. Olvidamos que "No hacer nada" también es hacer algo. Si fuéramos como Da Vinci, se justificaría andar ocupados todo el día, pero la mayoría no pasamos de estar andando de aquí para allá como aves de corral...

3. El síndrome de Robin Hood
No se quien nos invistió con el título de héroes, y nos creemos los salvadores de los infortunados y desvalidos. Ocupamos nuestro tiempo solucionando las dificultades de los demás, mientras las nuestras pasan a segundo plano. Atención, esto no es una apología al egoísmo, la cuestión es que no podemos confundir el ser solidarios, con ser unos conserjes. Una cosa es ayudar a quien lo necesita y otra es hacer las cosas por otro. Una vez me encontré con alguien muy apurado, y le pregunté la causa de su afán; y me dijo: "Un amigo necesita un martillo, y estoy buscando quién puede tener uno que le pueda prestar". ¿Ah? apuesto a que si no le consigue el martillo, el amigo lo recriminará por inepto. Y así nos pasa, resolviendo los problemas menores de los demás mientras nos creemos todos unos Robin Hood... Bueno, ¿Y los propios problemas donde quedan entonces?.


4. Cada día con su propio afán.
Recuerdo que mi abuelo fue un hombre muy laborioso. Alguna vez su patrón le dijo: "¡Pero don Manuel sale puntual del trabajo!" A lo que mi abuelo le respondió con esa firmeza que no daba lugar a réplica: "¡Y también llego muy puntual a trabajar!". Siempre hay cosas por hacer, tareas por resolver, compromisos que cumplir. La clave es aprovechar el tiempo y saber definir prioridades. Tratar de resolver todo en un día es inútil, y nos puede acostumbrar a solo tener tiempo para el trabajo.
Incluso varios proyectos de nuestra vida, requieren tiempo y es insano pretender hacerlos realidad en una mañana. Esto sólo nos llenará de ansiedad, mientras creamos conflictos con los demás... "El tiempo es el mejor aliado del buen vino" ¿Verdad?.

5. Apagar el piloto automático
Debemos empezar a ser conscientes de nuestros actos. El día a día, las presiones, los problemas, los pendientes, todo aquello que nos agobia sólo es una parte de nuestra vida, no lo es todo. Estamos acostumbrados al frenesí de nuestra época. El mundo nos convence de que somos "multitask", que podemos hacer muchas cosas a la vez, que saturarnos de información es bueno, que ser productivos es trabajar más y más rápido, que debemos alimentar fantasías en las redes sociales y un muy loco etcétera de cosas...
Pues bien, creo que debemos apagar nuestro piloto automático, volver a tomar el timón de nuestra vida, repensar lo que en verdad es importante, respirar y empezar de nuevo .

Puede que haya faltado muchas más cosas por decir, pero tal vez la idea de este escrito era simplemente recordar esa maravillosa cualidad de nuestra existencia humana:
...Siempre podemos empezar de nuevo...

¡Buen día para todos!

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