¿Hablando solos?

Al parecer hablar solo ya no es tan malo... Bueno, en realidad nunca ha sido malo, pero que las personas hablen consigo mismas nunca ha sido del todo aceptado. Basta con hacer un pequeño ejercicio para corroborarlo: Imaginemos que vamos por la calle. Caminando, nos cruzamos con alguien que va con cierta prisa, inmerso en un monólogo muy serio y sin querer hemos alcanzado a escucharle... Por más prudentes, la mayoría no podremos evitar mirarle con cierta curiosidad o extrañeza ¿Verdad?.

¿Que sucedería si dicha persona se percata que la estamos mirando?... Además de la incomodidad del momento, lo más probable es que súbitamente guarde silencio, siga su camino, y más adelante renueve su "diálogo" sin más.

¿A que viene el tema? (se preguntarán algunos). Recientemente encontré un artículo científico, el cual resaltaba la importancia de hablar consigo mismo. De acuerdo a las investigaciones, realizar esta práctica podría ser beneficioso para el manejo de nuestras emociones, el conflicto, la toma de decisiones, etc. Sin embargo, la clave del beneficio radicaba en dos cosas: Una, eran las ideas que alimentamos en nuestra mente, y la otra; la manera en que nos las decíamos... Es decir, el cómo nos estamos hablando.

Para empezar, podemos admitir que todos hemos hablado solos alguna vez en la vida. Unos más que otros por supuesto, algunos en voz alta, otros tan sólo mentalmente. Y a pesar de que todos lo hemos hecho, la mayor parte del tiempo ha sido inconscientemente. Por tanto, ¿Hemos prestado atención a las palabras que usamos?. Tratemos de recordar alguno de esos instantes y respondamos con sinceridad:

¿Nos tratamos bien... o mal?...
¿Somos flexibles o inflexibles?...
¿Nos hablamos para alentarnos o para presionarnos?...

De todo un poco, diría la mayoría. Lo importante es que seamos conscientes de ello. De acuerdo al estudio, los monólogos internos pueden ayudarnos a concentrarnos, a realizar tareas, manejar situaciones difíciles, etc siempre y cuando prestemos cuidado a la calidad de nuestras palabras. Si nos tratamos bien, nos damos ánimo, confianza, de seguro los resultados serán positivos para nosotros. Pero si por el contrario nos tratamos como tontos, inútiles, incapaces o brutos, no será algo que nos aporte demasiado a nuestra existencia. 

Como la paja en el ojo ajeno siempre es más grande que la viga que está en el nuestro, cuando escuchamos a alguien decirle palabras negativas a un familiar o a un hijo, inmediatamente nos convertimos en defensores del bien y decimos: "¡Oye, no le hables así!" "Cómo esperas que tenga confianza" "Cuida tus palabras" etc...

Orgullosos, nos vamos a casa por nuestra buena labor del día. Pero si hubiéramos cometido un error tonto en el trabajo, o si alguien nos hubiera timado, o se nos olvidara algo importante... ¿Que nos habríamos dicho?. 

Un reproche, una recriminación o incluso una palabrota en un momento complejo, es algo normal, La idea tampoco es caer en una especie de mojigatería; pero si estas expresiones son el pan de cada día, bien vale la pena hacer un alto en el camino.

Difícilmente podemos dar de lo que no tenemos. Si somos intolerantes, pesimistas, soeces con nosotros mismos ¿Que ofreceremos a las personas cercanas? y si con los demás somos todo lo contrario ¿Acaso no estaremos siendo un poco hipócritas?. Bien decían los abuelos: "Todo comienza en casa" y nuestra mente es el hogar más sagrado de todos, así que empecemos a tratarnos con el amor que en verdad nos merecemos.

Una buena semana para todos. Gracias

Comentarios