El Tiempo Revela Un Verdadero Rostro


Al parecer comienzan los días soleados del nuevo año, el viento tímido aparece por entre las cortinas. Hoy la mañana es plácida y serena, pero la madrugada no lo fue tanto...

Y no lo fue porque una pareja se estaba agrediendo verbalmente, perturbando el dormir de los vecinos. Engaño, manipulación, rabia y frustración eran lo que sus bocas expresaban. Al final la policía tuvo que intervenir, se calmaron las cosas. Sin temor a equivocarme, puedo decir que todos los vecinos, incluido yo; no pudimos conciliar el sueño nuevamente.

En la oscuridad que ya pasaba, los pensamientos rondaban uno tras otro: "Yo nunca haría un escándalo de esa naturaleza", "No hay nada como el diálogo", "como se puede llegar a un punto de falta de respeto entre dos personas" etc. Pero a la vez, otra voz me decía: "¿como puedes estar seguro? ¿Serás capaz de decir, de esta agua no beberé? ¿Nunca habrán circunstancias que te hagan cambiar?"


Las personas tenemos distintas facetas. Es como si en caso tuviéramos un "armario" en el que no guardáramos ropas, sino un sinnúmero de "rostros" para cada ocasión. No nos debe sorprender: Tenemos un comportamiento para el trabajo, el estudio, los amigos, comunidad, familia y por supuesto las relaciones. No se trata de que seamos hipócritas o faltos de personalidad, es el entorno el que nos limita. Por más que seas transparente, siempre habrá algo de ti que los demás no verán, a menos que se adentren más en tu vida.
Por ello, el inicio de una relación es casi un acto de fe... porque es confiar en lo poco que hemos visto de una persona.

Todos hemos tenido esta experiencia. Sabemos que en la etapa de conquista o principio de la relación, cada quien muestra lo mejor de sí, jugando sus mejores cartas para encantar a quien le interesa. Sin embargo, al paso de los días; el tiempo se encarga de mostrar la verdadera naturaleza de las personas.
  
Para bien o para mal, hay quienes no cambian; siguen siendo las mismas y en eso son fiables, es decir; sabemos a que atenernos. ¿Pero que sucede con aquellas que pasan de amorosas a agresivas, de atentas a egoístas, de enamoradas a manipuladoras?¿De comprensivas a posesivas?.

Una de las primeras cosas que hay que entender, es que los cambios son graduales y a veces imperceptibles. Si a los dos días de una relación alguien nos agrede, de seguro que lo mandaremos a "freír espárragos". Pero si esa persona, gana poco a poco nuestra confianza, y nos hace lo mismo gradualmente, llegará un momento en el que no tendremos poder para reaccionar.

Lo siguiente que hay que aceptar, es que nuestro comportamiento también crea las condiciones para que la otra persona cambie. Acciones, palabras o silencios pueden llevar a cambiar a nuestra pareja. Si somos desconfiados, celosos, controladores, etc por más amor, la otra persona querrá rebelarse y salir de ese yugo a la primera oportunidad. Y si no lo puede hacer... las frustraciones estarán a la orden del día.

Ahora bien, si por el contrario, ese alguien es de por sí manipulador y solo sabe hacer daño, la situación cambia. Y es así porque aunque también somos responsables por permitir que nos manipulen, es cierto también que hemos sido asaltados en nuestra buena fe.

Imagen de Irma Gruenholz
Lo tercero que debemos aceptar es que cada decisión tiene dos resultados posibles: Acierto o Desacierto. Por tanto, si estamos con alguien maravilloso, pues será un acierto. Pero si hemos dado con alguien negativo, será un desacierto, y no debemos culparnos por ello... ¡Así nos lo hayan advertido! Nuestra naturaleza es aprender de las experiencias, no de los consejos. Por eso, quien carga una culpa por equivocarse, tiene un sentido atrofiado de la perfección. 

Por último, en una relación donde habita el conflicto, la falta de respeto, la burla, desaires, insultos o agresiones; definitivamente las cosas no están bien. Esto es algo de lo que nos podemos percatar sin importar el tiempo con la pareja. Sea que nosotros lo propiciemos o no, esta clase de situaciones no deben permitirse avanzar. Cuando somos consciente de ello, y no hacemos nada, nos hacemos responsables de nuestra suerte... Pero si por el contrario, decidimos actuar; de seguro estaremos dando un paso firme por alcanzar nuestra verdadera felicidad...

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