Siendo Consecuentes

En el restaurante, mientras esperaba que llegara mi orden a la mesa, no pude evitar escuchar la conversación de al lado. Es cierto, "no pude evitar"; primero por que hablaban a un alto volumen, segundo por que no tenía nada mejor que hacer...

Lo cierto es que al lado estaba una pareja discutiendo, sin gritos ni gestos amenazantes, solo hablaban entre si con cierta firmeza. Uno de ellos era muy enfático a la hora de referirse a sí mismo. Al parecer en eso se centraba la discusión: El aseguraba ser de una forma, ella le hacía ver que se comportaba de otra.

Cuando por fin llegó mi orden, ellos se levantaron de la mesa y salieron para despedirse, no sin antes seguir conversando en la esquina. Al verlos, un pensamiento vino a mi mente: ¿Somos coherentes entre lo que creemos ser y nuestros actos?.

Las personas tendemos a hablar de nosotros mismos (Por supuesto unos más que otros). En cada conversación, expresamos quiénes somos: Ideas, creencias, aspiraciones, educación, actitudes, opiniones, etc esto hace que los demás se formen un concepto sobre nosotros. Pero por más que tengamos un discurso maravilloso, el tiempo; como en todos los aspectos de la vida, se encarga de mostrar el verdadero rostro de las cosas.
Y es que nada orada más la confianza que actuar contrario a nuestras palabras. Es decir, no guardar coherencia entre lo que decimos y hacemos. Por supuesto, esto no es solo en las relaciones de pareja: el trabajo, los negocios, política, la familia, etc  también se ven afectados. Recuerdo una frase que me impactó la primera vez que la vi: "Las palabras conmueven, ¡pero el ejemplo arrastra!". Y así es. Cualquiera puede decir de sí mismo muchas cosas, pero si va acompañado de un comportamiento consecuente, esa persona se gana todo nuestro respeto.

Una pausa. Ciertas reacciones no pueden llevarnos a juzgar a los demás. Que una persona se enfurezca, no quiere decir que sea irascible. Que alguien no tome una decisión, no por ello le falta el carácter. Todos podemos comportamos de una manera "inesperada" en ciertos contextos, y no por ello dejamos de ser quienes somos.

Zanjado el asunto... seguimos.

Cuando pensamos en las relaciones, nos damos cuenta que las palabras juegan un papel muy importante. Bueno, es que desde el momento de la conquista amorosa estamos atentos a lo que decimos o nos dicen... Finalmente la conquista no es más que un juego de galanteo que busca convencer con las frases adecuadas...
La cuestión es que cuando inicia la relación de pareja, se empieza a confrontar aquello que alguna vez se dijo con las actuaciones de cada día. Si hay coherencia, la confianza y el amor crece, cuando no es así; comienza el conflicto...

El jardinero si sólo le hablara a su huerto, en breve no tendría más que maleza...

Cierto proverbio Arabe dice: "la primera vez que me engañes, la culpa será tuya, la segunda vez la culpa será mía". Y así nos pasa... No sé cuántas "segundas" oportunidades hemos dado alguna vez. Lo cual no me parece que esté mal, el asunto es cuando las damos "generosamente" a pesar de que una y otra vez nos lastimen profundamente... Engaños, maltrato, abusos etc Se dejan a un lado por palabras llenas de sentimientos y promesas vacuas.

Y no debe ser así...

Podemos dar oportunidades... pero los actos deben pesar más que las palabras. La oportunidad que decidimos otorgar a alguien, se convierte en un preciado obsequio. Es responsabilidad de la otra persona valorarlo y responder en consecuencia, pero también es de quien la ha otorgado y darle el lugar que se merece. De lo contrario, la relación entrará en un torrente de palabras sin sentido, promesas sin objetivo, ideales sin valor...

Y si a nosotros nos han dado una nueva oportunidad, debemos valorarla también, pues nos acaban de otorgar algo muy especial y delicado: ¡La Confianza!
¡Así que a actuar en consecuencia!

Deseándoles una buena semana les dejo esta frase:
  "Nuestro ánimo se inclina a confiar en aquellos a quienes no conocemos por esta razón: porque todavía no nos han traicionado." Samuel Johnson (1709-1784) Escritor inglés.

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