Podemos atraer lo bueno

"Mejor no me río más, de pronto me va mal" solía decirnos una amiga. Por supuesto, no podíamos evitar hacer mofa de lo que calificábamos como una simpática ocurrencia. Sin embargo, cierto día quedamos bastante serios cuando nos respondió el "por qué" de ese pensamiento: "No crean, cuando uno más feliz está, es porque pronto tendrá que llorar".

Esta concepción de la vida me recordó cómo utilizamos múltiples metáforas para entender nuestra existencia. Pero hubo una en particular que aplicaba para el caso de nuestra amiga: La del Péndulo. Básicamente consiste en explicar que somos como la "plomada", que se balancea de un lado a otro, en un constante vaivén entre lo positivo y lo negativo, entre la prosperidad y la adversidad.



Para algunos esto podrá parecer tonto, pero las concepciones que tenemos de la vida están ancladas en lo más profundo de nosotros. Es tanto así que gobiernan, consciente o inconscientemente; cada una de nuestras palabras y actos... De allí su gran poder...

Ante esta comparación, es lógico pensar que si estamos viviendo situaciones buenas, tarde que temprano viviremos las contrarias. Razonable ¿Verdad? Así que si estamos mal, ¡no hay problema! pronto volveremos a estar bien... Pero surge una inquietud ¿Está creencia puede convertirse en obstáculo para nuestra felicidad?

Depende... Si simplemente aceptáramos que en la vida tendremos alegrías y tristezas, no habría problema con esta filosofía. Es más, seríamos más flexibles, intuitivos y creativos ante las constantes vicisitudes de nuestro existir. Probablemente seríamos más felices.

Sin embargo, la amiga del relato no lo parecía tanto. Su actitud era más bien la de estar siempre a la "defensiva". Esto era porque para ella, era más probable que sucediera lo negativo que lo positivo. Es como cuando decimos: " Es mejor no esperar demasiado (de las personas, pareja, trabajo, etc), para no decepcionarnos tanto".

Es curioso... ¡pero cómo cuesta alejar del pensamiento la idea de que las cosas no saldrán bien... que se presentará la adversidad!. Ah, los temores y angustias suelen tener una gran fuerza en nuestra mente, poniendo a prueba nuestra fe y confianza. Y... ¿Si suelen tener más fuerza? ¿O nosotros las alimentamos, al punto de permitir que nos agobien?

El temor o la angustia por la adversidad venidera nos puede paralizar, anular y negar nuestra felicidad. Está demostrado, Las personas se estresan más por sus pensamientos, que por lo que en realidad les ocurre.

De seguir así, ¿Donde quedará entonces nuestra voluntad, la que nos alienta para alcanzar nuestros ideales?. Y no se trata simplemente de ser unos optimista empedernidos, pero si de creer que si pasa lo malo, también puede pasar lo bueno. Ser optimista o pesimista son extremos que niegan la realidad.

Con humor, el Nobel Saramago dijo: "Los únicos interesados en cambiar al mundo son los pesimistas, porque los optimistas están encantados con lo que hay".

Creo en que todos podemos alcanzar nuestra plenitud, y que las vicisitudes son enseñanzas que podemos aceptar tarde o temprano. No es que las cosas negativas no sucedan, pero tampoco lleguemos a esperarlas o casi "desearlas". ¡También podemos atraer lo bueno!. No amilanemos esa voluntad que nos motiva a creer, cambiar, seguir adelante y empezar de nuevo...

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