
Recuerdo que compartíamos una amena charla entre un grupo de personas, cuando alguien dijo con relativa seguridad: "Es que ya se ha determinado, científicamente; cuanto dura el amor, el enamoramiento y esas cosas". Ante la intervención otra persona agregó: "He escuchado sobre el tema, el enamoramiento creo que dura menos de 6 meses... en cuanto al amor creo que dura cerca de 2 a 5 años...". Después de un intercambio de datos, no tan precisos, otra persona, como concluyendo la discusión dijo: "¡Claro! es que después de cierto tiempo lo que sigue es rutina... uno sigue con la pareja solo por rutina".
Una pequeña reflexión: ¿Cual es esa manía que tenemos con la rutina?. Esa palabra debemos bajarla del pedestal en que la hemos subido. ¿Cual es el temor? Muchos dicen: "ojalá la rutina no arruine nuestra relación". Es más, ¡algunos hasta oran para que ni siquiera llegue a sus vidas!. Por el contrario, gracias a ella las parejas crean sus espacios, confidencias, "códigos secretos"... En la rutina se aloja la forma más duradera del amor.

Pasada esta pequeña reflexión, y retomando los fatídicos resultados que los científicos han hecho sobre el amor... Podríamos decir entonces, que el panorama es algo desolador o triste... o tal vez simplemente que nos parece "más realista". Si las cosas son así, deberíamos tomar las cosas con más calma, ¿No? finalmente nada dura para siempre. ¿Verdad?
Podríamos empezar a tararear aquella canción del gran cantante Juan Gabriel, de México, y declarar a grito en cuello: "No me vuelvo a enamorar, totalmente para qué; si la primera vez que entregué mi corazón... ¡me equivoqué!...". Pero allí aparecería alguien con sus estadísticas sentenciando: "No lo puedes evitar, es una reacción natural que no puedes controlar...". Bla, bla, bla y un largo bla...
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Es aquí cuando recuerdo un pensamiento de Osho sobre este asunto:
"...Puedes saber que H2O es la composición química del agua, pero si alguien se está muriendo de sed en el desierto y le escribes la fórmula en un papel, el sediento dirá: "Muy bien, este es el secreto. Pero, ¿y mi sed?".
Esto aplica también en nuestras relaciones. Podríamos estudiar, aprenderlo todo acerca de los sentimientos, del amor, del odio.. ¡Todo! pero de nada nos servirá. El mapa no es el territorio. Todo ese saber no podrá compensar una falta de amor. La vida hay que vivirla, lo demás es fantasía. De lo contrario levantaremos impenetrables muros, a base de ladrillos llenos de temor, angustia, egoísmo, duda, frustración, derrotas... mientras que detrás de ellos, y a falta de luz; sólo se encontrará una marchita flor.
Saber que todo tiene fin, no nos detiene para intentar compartir la felicidad con alguien. ¿Es química? ¡Y que importa cuando somos felices al tomar la mano de alguien!. ¿Saber la química de nuestras reacciones cerebrales, nos ayudará a liberarnos de esas relaciones malsanas, de amores no correspondidos, malas elecciones, dudas, dificultades, apegos y todo ello?... Claramente No, pero de seguro conocernos a nosotros mismos, si que puede marcar una diferencia para llenar de felicidad nuestras vidas... ¡Así que, adelante!
¡Les deseo una feliz semana!
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