Estamos en una feria...

Haciendo una metáfora de la situación anterior, en las relaciones sucede parecido. Empezar de nuevo una relación seria es difícil, es como decidirnos a subir en el carrito de la mencionada Montaña. Dudamos, pensamos, dejamos de pensar en ello, etc. pero a la final terminamos subiéndonos...
Y allí estamos, a punto de llegar a la parte alta ¡pero con inmensas ganas de bajarnos!.
Hace tiempo, había conversando con una amiga que estaba muy emocionada con el inicio de una nueva relación. Pero al paso de varias semanas, cuando volvimos a hablar del tema; digamos que ya no estaba "tan emocionada". Por supuesto le pregunté la razón del cambio, a lo que me respondió: "¿Sabes? es que le he notado un comportamiento muy parecido al de mi ex". Al despedirnos la vi más decidida a terminar, que a continuar.

Bien sabemos que el mayor obstáculo para nuestra felicidad, solemos ser nosotros mismo...
Sin pensarlo, poco a poco vamos postergando la oportunidad de iniciar una nueva relación, mientras tanto; vamos acumulando más y más temores. Por eso cuando decidimos apostar de nuevo al querer, no podemos dejar de ver piedras en el camino.
...Tomar la decisión de empezar de nuevo es más sencillo que saber si estamos preparados para ello...
Dudamos de la otra persona: "Si es la adecuada para nosotros, si es sincera, si nunca nos fallará..." Estas cuestiones pueden atormentarnos o ponernos a la defensiva. ¿Esto evita que la otra persona nos defraude?... ¡Definitivamente No!. Así que además de "gastar neuronas" en preocupaciones, perdemos la oportunidad de disfrutar el momento. Como si esto fuera poco, en medio de nuestras indecisiones, podemos llegar a lastimar personas verdaderamente especiales.
Por otra parte ¿No será que preferimos dejar la felicidad en manos del otro, y no en nosotros mismos?.
Al parecer preferimos albergar dudas en los demás, que fortalecer nuestro Yo interior. Así, al final podremos decir: "Es lo mismo de siempre"... Ya está bien de lamentos y auto-compasiones, tomemos la rienda de nuestra mente y corazón. Nadie dice que nunca más habrán decepciones o lágrimas en las centelleantes noches, pero sí la seguridad de que estamos por encima de ello, la seguridad de que nadie nos obliga a permanecer con alguien, y que muchas veces las cosas se terminan por que así lo hemos decidido, por que es lo mejor para nosotros... no por que hemos sido pusilánimes en el amor...
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