![]() |
Caricatura de Montt |
Suele ser frustrante no poder ayudar a alguien que apreciamos. Cuantas veces no nos hemos visto frente a la aflicción de un amigo o amiga que lleva una "tormentosa" relación, donde es manipulada o quizá no valorada. En ese instante nuestro hombro está allí para apoyar, escuchar... "¿Quieres tomar algo caliente?" decimos. Pasamos la tarde ofreciendo compañía y sobre todo consejos... muchos consejos sobre lo que es y debería ser. El día termina, llegan los abrazos, recibimos agradecimientos por nuestro incondicional afecto, se despiden de nosotros mientras nos prometen reflexionar sobre lo conversado y tomar decisiones...
...Al día siguiente, en el centro comercial; nos encontramos con esta persona con una espléndida sonrisa, se le ve radiante, se le ve animada, se le ve contenta, se le ve... ¡De nuevo abrazada al sujeto de su afecto!.
Suspiramos. Empezamos a criticar, juzgar, a cuestionarnos por el tiempo perdido el día anterior, y muchas cosas más. Algo es cierto: Todos somos los mejores psicólogos para los asuntos ajenos, no tanto para los propios. Antes de tratar a la otra persona de tonta, bueno es recordar las veces que lo hemos sido.
Decir que hacer, como actuar y dar consejos, suele ser sencillo. Sin embargo, por mas buen orador que seas, no logras convencer a alguien de dejar a su pareja que le hace daño. Tal vez la cuestión radique en que los consejos, lecturas de ayuda, etc se apoyan en la razón, es decir; en dar razonamientos lógicos, abogando a la parte racional de nuestro cerebro. "¡Entra en razón!" se suele decir, y sin embargo de nada sirve.
¿Será que el amor es el opio de la razón?

Busquemos respuestas... es curioso, pero las respuestas que buscamos siempre han estado con nosotros, celosamente custodiadas en un cofre interior que necesita ser abierto. ¿La llave? aveces la encontramos en un amigo, un libro, un profesional o en la reflexión.
Alguna vez, conversando de todo un poco, una psicóloga amiga me preguntó: "Cuanto tiempo crees que le toma a alguien dejar de fumar". Le dije que no sabía, que tal vez semanas o años. Ella elevó su brazo, y con su mano en alto dijo: "Así de rápido" mientras bajaba su mano hasta su pierna. Incrédulo le dije: "¡Cómo va a ser así!" A lo que con cierta dulzura me dijo: "Cuándo realmente has tomado la decisión, es así de rápido".

Lo más difícil de tomar decisiones es aceptar las consecuencias. Por más sabios o inteligentes, toda decisión afectará a alguien e incluso a nosotros. Esas consecuencias nos producen temor... El temor nos paraliza a la hora de tomar las riendas de nuestra vida. Temor a perder, a salir de nuestra zona de comodidad, a quedar solos, al fracaso, al que dirán, al rechazo, a equivocarnos...
Tal vez por eso nuestros amigos parecen no escucharnos, ni nosotros a ellos cuando los papeles se intercambian. La cuestión es que si no estamos interesados en resolver nuestros asuntos, empezamos a asumir una actitud derrotista, llamando la atención, como el niño aquel que llora para que lo carguen en brazos. Ojalá contemos con alguien que nos haga reaccionar y romper ese círculo vicioso.
Mientras tanto, bueno es tener alguien con quien hablar, que nos aconseje, que pase una tarde con nosotros y deje entre nuestras manos una bebida caliente para los inviernos del corazón...
Les Comparto una frase sin tiempo:
¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo? Marco Tulio Cicerón (106 AC-43 AC) Escritor, orador y político romano.
Comentarios
Publicar un comentario