Un ladrón que acecha...


En este instante, mientras pensaba en la fuerza del pasado, escucho un tema de Joan Manuel Serrat acerca de los recuerdos que "...acechan como un ladrón detrás de la puerta". Esta bella canción llamada "Aquellas pequeñas cosas", coincide con un pensamiento que surgió esta noche de brillante luna: Estamos cargados de recuerdos... Recuerdos adheridos a nuestra vida como gotas de agua en una fresca mañana. Se podría decir que todo está dispuesto para la melancolía, pero ese es un lugar común al cual no quiero llegar... Los sabios... y en eso todos lo somos cuando de los demás se trata, aseguran que cuando del pasado se trata, éste debe quedar atrás, que debemos cerrar ciclos, cambiar la página, no volver la vista atrás, jamás retroceder ni siquiera para tomar impulso, etc.


Resulta que estas tareas son sencillas de realizar... en su sentido literal, pero no en el figurado cuando de nuestra vida se trata... ¡Eso de cambiar la página aplica a los libros, no a la existencia!.

Los momentos difíciles, dolorosos o negativos de nuestra vida, preferimos no recordarlos o tal vez olvidarlos. Así sean parte de nuestra esencia y hayan definido quienes somos, lo mejor para cada quien es guardarlos en algún lugar secreto. Con el tiempo, vamos dejando los aspectos positivos de esas situaciones, sanando así muchas heridas. 

Los consejos de las personas cercanas, llevan en sí buenas intenciones. Son palabras de aliento para seguir adelante. Pero la mayoría de ellos nos invitan a negar las cosas. Es como si la condición necesaria para continuar nuestra vida, después de un momento doloroso, consistiera en olvidar esa circunstancia, asumirla como algo natural, normal, algo que no debería sorprendernos: "Todo tienen un fin" "nada dura para siempre" " así son las cosas".

Aunque todo esto es verdad, la canción de Serrat aparece de nuevo, con su ladrón detrás de la puerta, pues los recuerdos nos asaltan cuando menos lo esperamos, sobre todo cuando creemos que todo está superado. Una palabra, un aroma, encontrarnos de nuevo con alguien del  pasado, etc  nos pueden llevar a desestabilizarnos por un instante, o por mucho tiempo... 

Es el caso de una amiga, que ha decidido empezar una nueva relación con una persona muy valiosa. Sin embargo, se encontró con una alguien de su pasado, y consideraba que no le afectaba en lo más mínimo. El problema es que ese mínimo no lo era tanto... ¡y esto la irritó bastante!

Cuando de relaciones se trata, nos molestamos al descubrir que el pasado tiene el poder de convertirse en presente. En este instante nos juzgamos, reprochamos, sobre todo si tenemos una nueva vida que estamos construyendo... Que complejos somos ¿verdad?.

Extrañamos, añoramos, sentimos pena, tristeza, ira... ¿Cómo negarlo? ¿Cómo no sentir?. Lo importante es no quedarnos en el pasado. La mente es poderosa y nuestros pensamientos son cuotas de realidad. No se trata de negar lo sucedido, se trata de no caer en la fantasía... Si, la fantasía del "Tal vez"... del "hubiera sido". Los caminos que recorremos tienen su razón de ser. Pensar en que si hubiéramos tomado por otra senda, no  habríamos tropezado con una piedra, no cambiará el hecho de haber caído. Cualquiera es profeta del pasado. Todos sabemos que hacer después de que suceden las cosas, por eso es tan inútil reprocharnos por decisiones que vemos claramente después de los hechos, no en el momento en que sucedieron.

Estos "hubieran sido" y "tal vez" son los que nos atan al pasado, pues traen posibilidades a un presente que no es. Sentir que los recuerdos, o el pasado; nos desestabilizan no debe despertarnos sentimientos de culpa.   Lo importante son las acciones que se toman. El problema con el pasado es que nos puede paralizar, inmovilizar. ¡Al punto que no tomamos decisiones!. Es como si nos congeláramos. Debemos ser conscientes de ello para despertar de nuevo y actuar, o nunca avanzaremos más...

   

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