
Pero el relato se hace más interesante. Su carcelero, Asterius, burlándose le dijo al santo que le devolviera la vista a su hija que era ciega. Valentín aceptó y en nombre de Dios le devolvió la visión. En el momento de la muerte del santo, Julia hija de Asterius, plantó un almendro de flores rosadas al lado de su tumba en señal de agradecimiento. Desde allí se considera este árbol como señal de amor y amistad duraderos.
Independiente de la veracidad, la historia le da un mayor significado a esta celebración. Los seres enamorados son capaces de grandes proezas o pueden ser la semilla de terribles tragedias. La sensación de enamorarse se puede sentir en cuerpo y mente. Es un estado de alerta y fuego interno... De cierta forma, en mayor o menor medida, muchos hemos experimentado esta sensación. Pero, ¿Que pasa cuando no queremos dejar de sentirnos así?.
Me refiero convertirnos en personas Enamorado-dependientes.
Existen sensaciones placenteras en el amor: alegría, "mariposas en el estómago",euforia, optimismo, etc que podemos experimentar con la persona amada. Al recibir una llamada, o saber que la vemos en la distancia, puede dispararse en nosotros un interruptor que nos transforma. Sin embargo, de un momento a otro, dejamos de sentir esa euforia, que las mariposas en el estómago se disolvieron por culpa de nuestros jugos gástricos... ¿Que pasó? ¿Esto es señal de que todo acabó? Pues para muchas personas, sí...

El amor es una fuerza viva que se transforma, crece y fortalece si se quiere. Las mariposas en el estómago pueden desaparecer y dar paso a sensaciones más profundas: Complicidad, apoyo, lenguajes en silencio, erotismo, respeto, admiración mutua. Pero para que esto suceda debemos cultivar nuestro interior y aprender a apreciar lo verdadero, sin distraernos, como si el sentimiento fuera semilla que hecha raíces mientras crece un hermoso almendro...
Hay que ver e ir mas allá de las mariposas y convertirlas en el cuidado del uno por el otro. Me gustó!
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