
Al llegar a este punto, considero que las relaciones necesitan de la rutina. Esta es necesaria para crear espacios propios, confidencia y complicidad. ¡El problema es cuando nos volvemos rutinarios! cuando perdemos el interés y le damos la bienvenida a una "inquilina" difícil de sacar de nuestras vidas: La Monotonía.

No dejemos perder estas rutinas, además éstas pueden ser dinámicas y cambiantes. El problema es cuando cambiamos la forma de ver las cosas. Pensamos que la monotonía llega cuando hacemos lo mismo todos los días, pero lo cierto es que llega cuando la rutina pierde su propósito. El hombre que lleva desayuno a la cama a su amada cada domingo, lo hace por que quiere manifestar amor o simplemente ser detallista. El día que esto se convierta en una obligación debería detenerse y sincerarse. De lo contrario el día de mañana dirá : "¡Ahí está tu desayuno, come!" o con los amigos: "¡Mi mujer me tiene de cocinero!".
En la rutina, saludar con un beso representará afecto. En la monotonía representará hastío. Por ello debemos estar atentos y ser sinceros con nosotros mismos. Cuando sintamos que la rutina nos adormece, podemos agregar variaciones o ideas frescas. En el ejemplo del desayuno, el siguiente fin de semana podría elegir una invitación a desayunar a otro lugar.
En toda relación creamos ciertos rituales que nos afianzan a la otra persona, rutinas que nos brindan seguridad y placer. El diálogo es un excelente antídoto al aburrimiento y la monotonía. Es poner las cartas sobre la mesa. "Mira, me gusta hacerte desayunos pero siento que ya no te complace el detalle... o... me gustaría que de vez en cuando tu me hicieras lo mismo.. "etc. El punto es que cuando dejamos para nosotros mismos ciertos pensamientos, cuando actuamos sin involucrar a la otra persona, cuando no somos honestos con nosotros... podemos dejar perder momentos valiosos... convertir el diamante en carbón... y hacer una carga del amor...
Cálidas sonrisas para todos....
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