Rutina o Rutinario

Veníamos hablando precisamente sobre la monotonía en las relaciones. Hace unos minutos una amiga nos había relatado como su esposo no mostraba interés hacia ella. Decía que en el día a día surgían las mismas consabidas preguntas: "¿Cómo te fue en el trabajo? ¿todo bien?" sin ir más allá. ¿Los besos? sólo eran recuerdos de un tiempo pasado, ya los labios sólo se encontraban como parte del saludo formal de toda pareja. Total, no saludarse en la boca podría llevar a pensar que las cosas no marchan bien ¿Verdad?. A medida que su relato avanzaba se preguntaba en que momento cambiaron las cosas, o si cuando empezaron a salir eran diferentes. Lo triste es que ya no lo recordaba con claridad... Así, de camino a casa con mi amiga, hablábamos sobre aquel relato donde la monotonía y la rutina apagaban el amor en aquella relación.


Al llegar a este punto, considero que las relaciones necesitan de la rutina. Esta es necesaria para crear espacios propios, confidencia y complicidad. ¡El problema es cuando nos volvemos rutinarios! cuando perdemos el interés y le damos la bienvenida a una "inquilina" difícil de sacar de nuestras vidas: La Monotonía.

La rutina puede ser algo muy valorado por todos. Se compone de esas prácticas o comportamientos que se vuelven entrañables para nosotros. Es tanto así, que cuando faltan o dejan de manifestarse las extrañamos o exigimos a la pareja: Los besos en la mañana, el abrazo después del amor, salir los domingos a desayunar, un masaje, flores en una fecha especial, etc, etc y etc...  Son tan variadas las formas, como personas hay en el mundo.

No dejemos perder estas rutinas, además éstas pueden ser dinámicas y cambiantes. El problema es cuando cambiamos la forma de ver las cosas. Pensamos que la monotonía llega cuando hacemos lo mismo todos los días, pero lo cierto es que llega cuando la rutina pierde su propósito. El hombre que lleva desayuno a la cama a su amada cada domingo, lo hace por que quiere manifestar amor o simplemente ser detallista. El día que esto se convierta en una obligación debería detenerse y sincerarse. De lo contrario el día de mañana dirá : "¡Ahí está tu desayuno, come!" o con los amigos: "¡Mi mujer me tiene de cocinero!". 



En la rutina, saludar con un beso representará afecto. En la monotonía representará hastío. Por ello debemos estar atentos y ser sinceros con nosotros mismos. Cuando sintamos que la rutina nos adormece, podemos agregar variaciones o ideas frescas. En el ejemplo del desayuno, el siguiente fin de semana  podría elegir una invitación a desayunar a otro lugar. 

En toda relación creamos ciertos rituales que nos afianzan a la otra persona, rutinas que nos brindan seguridad y placer. El diálogo es un excelente antídoto al aburrimiento y la monotonía. Es poner las cartas sobre la  mesa. "Mira, me gusta hacerte desayunos pero siento que ya no te complace el detalle... o... me gustaría que de vez en cuando tu me hicieras lo mismo.. "etc. El punto es que cuando dejamos para nosotros mismos ciertos pensamientos, cuando actuamos sin involucrar a la otra persona, cuando no somos honestos con nosotros... podemos dejar perder momentos valiosos... convertir el diamante en carbón... y hacer una carga del amor...  

Cálidas sonrisas para todos....

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