El fuego necesita aire...


Me gustan estas noches de cielos estrellados, el invierno nos ha dado un descanso y vuelvo a apreciar el firmamento nocturno de diciembre. Un manto oscuro se deja perforar para que una infinidad de puntitos brillantes nos invite a jugar con nuestra imaginación... Las cosas simples tienen una poderosa belleza que siempre está allí para estimularnos, motivarnos y recordar la maravilla de nuestra existencia. 


Al mirar ese cielo pienso que en el universo se hallan los agujeros negros, poderosos fenómenos que absorben hasta la luz.  A la vez pienso que curiosamente en nuestra vida estos agujeros existen también y se llaman: Monotonía. Ah! Poderosa fuerza capaz de arruinar arco iris, de destruir amores y hasta la vida misma…
Tal vez mucho se ha hablado del tema, es tan común que en cuestiones de pareja todos son expertos al decir: “ojo con la monotonía, la dejan entrar en sus vidas y hasta ahí llegaron” y a la par surgen soluciones tan múltiples como si de un recetario se tratase: “salgan de paseo, caminen, ponte orejitas de conejita Playboy, llévale flores,  hagan un proyecto juntos, jueguen, pellízcale las nalgas en un coctel, etc, etc” Puede que esto funcione, y sea válido, pero lo esencial no está allí y con el tiempo las tácticas se convertirán nuevamente en paisaje.

Alguna vez, cuando leí “El Profeta” de Gibrán. Encontré un aparte donde hablaba de la vida en pareja y lo asimilaba a un templo sostenido por dos columnas, las cuales no podían estar juntas pues se caería el techo y tampoco tan alejadas que ni siquiera lo toquen. Al pensar en ello,  considero que muchas veces perdemos nuestra propia esencia, nuestro ser individual, convirtiéndonos en autómatas, en seres que van del trabajo/estudio al hogar y viceversa.  O convirtiéndonos en el siamés de la persona con la que compartimos: “es que con Héctor vamos a todo lado juntos, con los amigos, fiestas, paseos y hasta trabajamos juntos” Por favor, como diría el buceador “¡Aire, Aire!”. Aclaro, no es que esté en desacuerdo pero como dicen las mamás: “todo en exceso no es bueno”

Ya que estamos en una época de propósitos, hagamos uno sencillo pero esencial: “buscar aquello que nos da alegría, que nos da pasión”  y perdón por los que les apasiona el trabajo, hablo de algo más personal más íntimo, finalmente los apasionados por el trabajo les pasa lo que a todo el mundo: “solo hablan de trabajo”. ¿Te gusta leer y no lo has vuelto a hacer? ¿Qué hay de ese amigo o amiga que llevas tiempo sin hablar? ¿Dejaste a un lado pintar, escribir o cantar? ¿Te interesan los ovnis? ¿Viajar? ¿Ayudar a otros? ¿Caminar?

Todo lo que sea para nuestro estímulo personal nos alimenta, nos hace crecer, nos hace capaces de aportar a la gente que nos rodea. Y si dejamos de hacer aquello que amábamos, no hay problema, es como la amistad: “Sin importar el tiempo siempre estará allí esperándonos” solo es necesario tocar de nuevo su puerta. En definitiva: Somos seres de fuego, el fuego lo llevamos en el pecho, todos lo hemos sentido en algún momento de nuestra vida, pero el fuego necesita aire… ese nuevo aire que nos recuerde la maravilla de nuestra existencia.

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