
Esta es una situación que se puede tornar incómoda, sin saberlo,
participamos de una obra de teatro donde las máscaras están listas y no nos han
explicado el papel que debemos asumir. Hablamos, reímos con alguien y de un
momento a otro esta persona se torna seria y solemne, nos sorprendemos tanto
por sus repentinos cambios que llegamos a desconocerla y sin querer nos
preguntamos: ¿Será bipolar?.
Nadie está exento de cambiar por alguien, pero una cuestión es cambiar y
otra cosa es fingir. Cuando enfrentamos a la persona que sufre de cambios
repentinos con la pareja suele responder: “es que ella se molesta si… es que a él no le gusta
que… prefiero hacer eso para que no se enoje, para no hacerlo sentir mal, etc”. ¿Acaso esto no se asemeja a mentir?
En este sentido es de aclarar que si alguien ha cambiado por influencia de
la pareja, uno espera que su comportamiento sea coherente en todos los espacios,
es preferible que digan: “José se volvió serio” a que digan: “Cuando está Patricia,
José se vuelve serio”. Porque alguien que se comporta de cierta manera cuando
está con su pareja y de otra cuando está con amigos o familiares, refleja
infelicidad, frustración, incluso nos lleva a cuestionar si podemos confiar en
alguien que cambia de forma repentina.
Curiosamente la culpa puede ser de nosotros mismos al jugar un papel
complaciente o de poco enfrentamiento con la pareja. Así, sin que la otra
persona lo haya solicitado, vamos cambiando, dejamos de hacer cosas que
supuestamente le molestan, con el tiempo;
ya no somos los mismos, incluso perdemos aquello por lo cual
se enamoraron de nosotros…

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