Espigas al viento

Nada tan grato como compartir con personas alegres, divertidas y espontáneas, las horas pasan y las tardes se hacen cortas, compartir con alguien así es agradable y alimenta el corazón... sin embargo existen ocasiones donde toda esa magia se pierde cuando llega la pareja de esa persona.. de repente todo cambia, ella se transforma y se pone tensa, nerviosa... dejamos de importarle y de un momento a otro pasamos a un segundo plano, viéndonos obligados a decir: "Hasta pronto, hablaremos en otra ocasión".


Esta es una situación que se puede tornar incómoda, sin saberlo, participamos de una obra de teatro donde las máscaras están listas y no nos han explicado el papel que debemos asumir. Hablamos, reímos con alguien y de un momento a otro esta persona se torna seria y solemne, nos sorprendemos tanto por sus repentinos cambios que llegamos a desconocerla y sin querer nos preguntamos: ¿Será bipolar?.

Nadie está exento de cambiar por alguien, pero una cuestión es cambiar y otra cosa es fingir. Cuando enfrentamos a la persona que sufre de cambios repentinos con la pareja suele responder: “es que ella se molesta si… es que a él no le gusta que… prefiero hacer eso para que no se enoje, para no hacerlo sentir mal, etc”. ¿Acaso esto no se asemeja a mentir?

En este sentido es de aclarar que si alguien ha cambiado por influencia de la pareja, uno espera que su comportamiento sea coherente en todos los espacios, es preferible que digan: “José se volvió serio” a que digan: “Cuando está Patricia, José se vuelve serio”. Porque alguien que se comporta de cierta manera cuando está con su pareja y de otra cuando está con amigos o familiares, refleja infelicidad, frustración, incluso nos lleva a cuestionar si podemos confiar en alguien que cambia de forma repentina.  

Curiosamente la culpa puede ser de nosotros mismos al jugar un papel complaciente o de poco enfrentamiento con la pareja. Así, sin que la otra persona lo haya solicitado, vamos cambiando, dejamos de hacer cosas que supuestamente le molestan, con el tiempo; ya no somos los mismos, incluso perdemos aquello  por lo cual  se enamoraron de nosotros…

Cuando buscamos a quien amar es para crecer, evolucionar como personas, para vivir con plenitud desarrollándonos en pareja. Buscamos con quien ser mejores no con quien dejar de “ser nosotros”. Muchas veces se deben hacer sacrificios personales en pos de una relación, pero si no estamos de acuerdo con éstos sacrificios debemos hablarlo, comunicarlo, manifestarlo... es una cuestión de principios, carácter, de amor propio… o de lo contrario nos estaríamos negando como individuos y correríamos el riesgo de convertirnos en débiles espigas moviéndonos al vaivén de cualquier viento...


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